lunes, 29 de marzo de 2010

Fidae y el último piloto de combate


Por Raúl Sohr / La Nación Domingo

Los aviones no tripulados son capaces de portar misiles y bombas, pero no disponen de armas para librar combates aéreos. Dalton agrega que su condición de vuelo es precaria al punto que ni siquiera disponen de certificación que les permita ingresar en espacios de vuelo controlados.

El Día de la Prensa, que precede la apertura de la Feria Internacional del Aire y el Espacio (Fidae), estuvo menos concurrido que en años anteriores.

En el tradicional almuerzo ofrecido por la FACh a los corresponsales extranjeros un periodista estadounidense aseveró: el F-35 será el último avión de combate fabricado por Estados Unidos comandado por un piloto.

Aludía al aparato de despegue vertical que debe equipar tanto a la Fuerza Aérea como la Marina y la Infantería de Marina.

Por primera vez todos los servicios tendrán el mismo avión, que es una versión mejorada y supersónica del Harrier británico.

El razonamiento para anunciar el fin de los pilotos de combate es que los aviones convencionales se hacen obsoletos. Para las guerras actuales que libran Washington y sus aliados, las plataformas teleguiadas son más efectivas.

Los aparatos no tripulados o drones no exponen al personal al riesgo de muerte o captura. Éste es de gran importancia política, pues la opinión pública, en especial en Estados Unidos, es muy adversa a las bajas propias.

Los drones pueden permanecer en el aire por muchas horas al acecho de un blanco sin ser detectados.

Los aviones de combate, en cambio, denuncian su presencia y tienen una capacidad bastante limitada de espera.

El problema con la argumentación del periodista aludido es que supone que todos los conflictos venideros serán similares al que hoy se vive en Afganistán.

Sir Stephen Dalton, comandante en jefe de la Real Fuerza Aérea (Air Chief Marshal), de visita en Fidae, me señaló que está lejano el día del ocaso de los pilotos de combate.

Sin rebatir la utilidad de los drones, Dalton apuntó al hecho de que estas plataformas son utilizadas en lugares en que no opera una fuerza aérea contraria.

El cuadro, a su juicio, sería muy diferente en el caso de una confrontación con un Estado que dispusiera de aviones de combate capaces de montar una defensa efectiva.

Entonces, no sería tan simple maniobrar los drones desde una consola a miles de kilómetros de distancia.

Los aviones no tripulados son capaces de portar misiles y bombas, pero no disponen de armas para librar combates aéreos.

Dalton agrega que su condición de vuelo es precaria al punto que ni siquiera disponen de certificación que les permita ingresar en espacios de vuelo controlados.

En situaciones de apoyo estrecho, en que las fuerzas de tierra piden el concurso del arma aérea, existe una vasta zona gris. Dalton ha estado involucrado en la campaña contra los talibanes en Afganistán.

Allí conoció casos de unidades de Infantería que solicitaron protección aérea. Pero operadores de drones vacilaron en descargar sus plataformas porque ellas podían ocasionar víctimas civiles.

Es fácil comprender que las urgencias del hombre en el terreno difieren del manipulador en un punto remoto.

Cuando existe la presencia de civiles, y ello es frecuente en la lucha contra fuerzas insurgentes, es complejo fijar las reglas de enfrentamiento.

O si se prefiere, bajo qué condiciones está permitido a las fuerzas regulares abrir fuego. Entre las tropas de la OTAN en Afganistán existe conciencia de que la muerte de inocentes les ha causado un severo daño político.

El debate sobre los beneficios y problemas del empleo de drones armados tiene para largo. Pero la aviación robótica está para quedarse y cobrar un rol creciente.

Las Fuerzas Armadas chilenas, en una incipiente iniciativa conjunta, analizan las posibilidades de contar con los primeros drones destinados a tareas de reconocimiento.

Algunas empresas fabricantes han recibido pedidos de información, conocido en la jerga comercial como request for information (RFI). Es un primer paso para formarse una idea de las prestaciones.

El paso siguiente, que no ha sido adoptado aún, es el RFP (request for proposals o propuestas). Abastecedores abundan, pues ya son muchos los países que fabrican diversos tipos de plataformas voladoras no tripuladas.

Éstas, al igual que los satélites, sirven para una gran variedad de misiones civiles. Son ideales para el patrullaje de zonas marítimas o en la vigilancia de lugares remotos en que operan narcotraficantes.

Pueden servir incluso para el control de carreteras, algo que en la actualidad se suele hacer con helicópteros.

Pero sería un error creer que los drones, por no contar con pilotos, no requieren de un vasto respaldo humano. Según Dalton, operar ciertas unidades requiere de bastante más que un centenar de efectivos.

Además, al igual que los aviones, se trata de plataformas. Y, como tales, pueden equiparse con una variedad de instrumentos que incluyen desde una cámara, sistemas de comunicaciones, un radar, sistema de intercepción de comunicaciones, localizadores de radares y otros equipos electrónicos.

Los drones, en su versión más compleja, son dirigidos mediante satélites, pero la mayoría es controlada desde tierra. Así es empleado un drone prestado que, de manera experimental, contribuye a establecer un catastro de la destrucción en la Región del Biobío.

http://www.lanacion.cl/fidae-y-el-ultimo-piloto-de-combate/noticias/2010-03-27/162726.html

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