Las señales del impacto por el calentamiento global se multiplican. No es algo que ocurrirá en un futuro lejano, según ciertas proyecciones. Es algo que se desarrolla de manera cotidiana ante nuestros ojos en diversos puntos del mundo. Los informes más recientes dan cuenta de la desaparición de 85% de las nieves del formidable monte Kilimanjaro en Tanzania, la cumbre más alta del continente africano. Es un proceso que aumenta con ritmo acelerado: en la última década el monte que ha inspirado a tantos escritores ha perdido más de un cuarto de sus "nieves eternas". Según muestras tomadas en los glaciares, semejantes derretimientos no habían ocurrido en más de 11 mil años. Si la tendencia mantiene su curso actual, bastarán dos décadas para la completa desaparición de sus glaciares.
La razón principal del fenómeno, según los glaciólogos, es el aumento de las temperaturas. Esto ocurre por los gases de efecto invernadero. Pero existe un segundo factor: la deforestación que reduce la humedad proveniente de los bosques y con ello reduce las precipitaciones de nieve. En toda África se aprecian procesos semejantes, como en el monte Kenia y en la cadena montañosa de Rewenzori, en Uganda.
Un cuadro similar de repliegue de las nieves se observa en los Alpes. Era difícil imaginar que en las cumbres tirolesas, siempre coronadas de blanco, llegaría a faltar la nieve. En el centro turístico de Pitzal, que atrae a esquiadores por su glaciar, han debido iniciar la fabricación de nieve para no cerrar sus hoteles. En Austria las cumbres de mayor elevación con glaciares, a 3 mil 440 metros, contaban con nieve todo el año. Ahora los andariveles deben cerrar para los esquiadores entre mayo y septiembre. En estos meses las canchas quedan secas. Incluso en meses invernales la nieve no es suficiente. Ello forzó a los administradores de los centros de esquí a comprar maquinaria israelí para fabricar nieve que cubra ciertas zonas.
En Perú existe preocupación por el retroceso del glaciar cusqueño de Quelccaya, el mayor del mundo en las latitudes tropicales. A mediados de los ’70 el glaciar perdía seis metros de su superficie por año. En las últimas mediciones, la pérdida alcanza a 60 metros anuales. Ello ha reducido su superficie en casi un cuarto. Si siguiese este curso, es un anuncio de grandes problemas para un gran número de habitantes de la región. No sólo les faltará agua para regar los campos de las zonas costeras, sino que no habrá con qué alimentar las centrales hidroeléctricas y, finalmente, faltará agua para beber. Según el paleoecologista Alex Chepstow-Lusty, del Instituto Francés de Estudios Andinos, "las predicciones señalan que los glaciares peruanos podrían desaparecer para 2050. Los Andes requieren árboles que capturen la humedad proveniente de la Amazonia, que también es una fuente de agua que fluye hacia la costa". El experto advirtió que es urgente iniciar un vasto programa de forestación. Pero en los hechos ocurre todo lo contrario, con la tala acelerada del huarango, un árbol similar al espino, que permite obtener buen carbón vegetal.
Santiago, que cuenta con abundantes napas, podría enfrentar problemas con el derretimiento del glaciar Echaurren, que desde lo alto en la cordillera, a 3 mil 800 metros, alimenta al embalse El Yeso, que a su vez aporta 70% del agua consumida por la capital. De continuar la tendencia actual, el glaciar podría dejar de proveer agua en los próximos 50 años. Pero bastante antes de menguar el flujo de aguas, ya se sentirá la escasez. Los precios del agua subirán conforme a las previsiones de su disminución. Son muchas las ciudades en el mundo que ya viven bajo la sombra de la ausencia de lo que algunos, en forma siútica, llaman el vital elemento.
Recuadro :
-Los precios del agua subirán conforme a las previsiones de su disminución. Son muchas las ciudades que ya viven bajo la sombra de la ausencia de lo que algunos, en forma siútica, llaman el vital elemento.
lunes, 23 de noviembre de 2009
Adiós a las nieves
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