miércoles, 25 de noviembre de 2009

La Economía del Cambio Climático en Chile. Síntesis

Alicia Bárcena

El objetivo de este estudio es analizar el efecto económico que pueda tener el cambio climático en Chile en los próximos 100 años. En este marco, se evalúan económicamente los impactos potenciales del cambio climático, se estudian las opciones de adaptación, se analizan las proyecciones de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y las opciones de mitigación en Chile.

El estudio de la economía del cambio climático en Chile expresa el compromiso que tanto el Gobierno de Chile como la Comisión Económica para América Latina (CEPAL) tienen respecto de este tema. La CEPAL ha estado a cargo de la coordinación técnica de esta iniciativa a escala latinoamericana y caribeña, manteniéndose el estudio de Chile dentro de los mismos lineamientos técnicos y organizativos que el resto de países que integran el proceso. El Gobierno de Chile, a través de su panel asesor y el Comité Consultivo creado al efecto, ha apoyado con su conocimiento y experiencia al equipo coordinador del estudio.

La evaluación de los impactos del cambio climático supone establecer escenarios climáticos futuros, que fueron tomados de un modelo de clima global que consideró dos escenarios de emisión de GEI hasta 2100, definidos como A2 y B2 por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC). El escenario A2 se refiere a una economía internacional dinámica con un uso intensivo de combustibles fósiles, que genera un aumento de concentraciones de GEI en la atmósfera con valores muy superiores a los actuales, lo que incide en alzas en los niveles de temperatura, cambios en los patrones de precipitación, aumento en el nivel medio del mar y mayor frecuencia e intensidad de los fenómenos climáticos extremos. En el escenario B2 habría una menor concentración de GEI y, por ende, un menor nivel de impacto asociado al calentamiento global.

Los resultados que se presentan en este trabajo tienen que tomarse en su justa medida, es decir, como el resultado de un análisis sobre la base de escenarios y, por lo tanto, no deben considerarse un pronóstico de la situación del país en los próximos 100 años.

Los escenarios climáticos usados en la evaluación nos indican de manera bastante consistente que el promedio de la temperatura en el país aumentaría aproximadamente 1°C en los próximos 30 años, entre 1°C y 2°C en un período intermedio (2040-2070), llegando a un aumento de entre 3°C y 4°C a finales del siglo. Con respecto a la precipitación, los escenarios muestran, también de manera muy clara, una reducción de las precipitaciones anuales (en torno al 30% a finales de siglo) en Chile central (entre las regiones de Valparaíso y Los Lagos). En el extremo norte del país (regiones de Arica a Atacama) la situación es más ambigua, sin que la tendencia esperada sea muy clara. Por otra parte, en el extremo austral (Región de Magallanes) los modelos indicarían un aumento progresivo de los niveles de precipitación. Finalmente, la Región de Aysén se ubica en una zona de transición, donde no se espera que haya grandes cambios con respecto a la situación actual.

Se ha llevado a cabo una evaluación económica de los efectos potenciales del cambio climático sobre los sectores silvoagropecuario, hidroeléctrico y de agua potable. A partir de los resultados en los últimos dos sectores se proyectan disminuciones importantes en la disponibilidad de recursos hídricos, lo que implica costos económicos asociados. En el caso del sector hidroeléctrico estos costos están asociados a la necesidad de generar electricidad de manera más costosa. En el caso del sector de agua potable se ha llevado a cabo una evaluación de los impactos en la cuenca del Río Maipo donde se encuentra ubicada la ciudad de Santiago. Los impactos económicos en este caso se han evaluado considerando el costo de aumentar la dotación de agua para abastecer la demanda de la población. No se han incluido en esta oportunidad otros costos potenciales asociados a cambios estructurales.

Con respecto al sector silvoagropecuario la situación es más heterogénea. Para algunos tipos de cultivos y regiones, donde el factor limitante para el desarrollo es la baja temperatura, se proyectan importantes aumentos de la productividad (sur de Chile). Para otros cultivos y regiones del país, donde el factor limitante esta más asociado a la disponibilidad de agua (ya sea de lluvia o riego), se proyectan importantes disminuciones de la productividad (por ejemplo, frutales en el centro y norte del país). Estos cambios en la productividad deberían crear los incentivos para reordenar el patrón de uso de la tierra agrícola y, por ende, disminuir (a través de la adaptación) los impactos esperados.

Los impactos económicos en todos estos sectores han sido agregados para obtener cifras netas para Chile. Cabe destacar que en este proceso de agregación no es posible identificar quiénes son los ganadores y perdedores en estas proyecciones. En términos absolutos, la agregación del valor presente de impactos indica que, para el escenario A2 de mayores emisiones, habría un costo que fluctúa entre 22.000 millones y 320.000 millones de dólares. Con respecto al escenario de menores emisiones, la situación es más ambigua ya que los resultados indican un rango que fluctúa entre un beneficio neto de 25.000 millones de dólares a un costo de 40.000 mil millones de dólares.

Las diferencias están dadas por el escenario de GEI usado (los impactos más negativos se dan con el escenario de mayor emisión de GEI), por la tasa de descuento usada en la valoración a valor presente y por el horizonte de la evaluación. Estos costos indican que Chile podría llegar a perder un 1,1% anual del PIB durante todo el período de análisis, es decir, hasta 2100, en el escenario A2.

En el caso del escenario B2, se presentaría desde una pérdida anual del 0,5% en la proyección hasta 2050, hasta una ganancia anual del 0,09% en la proyección hasta 2100.

Las proyecciones para Chile indican un aumento sostenido en la emisión de GEI, que señalaría que en 2030 se contaría con un nivel de emisiones 2,5 veces superior al actual. Es posible, sin embargo, considerar la existencia de una serie de medidas tendientes a reducir las emisiones de GEI. Algunas de ellas se asocian a una reducción de la demanda de energía, así como a la eficiencia energética. También existen otras medidas cuyo objetivo es reducir el contenido de carbón en las fuentes de abastecimiento, como potenciar las fuentes de generación eléctrica de tipo renovable.

Una evaluación de estos potenciales escenarios de mitigación indica que es factible reducir el crecimiento de las emisiones en torno a un 30% en los próximos 20 años con respecto a la línea base, aunque no ha sido posible establecer en esta oportunidad los costos asociados a estas medidas.

La evaluación de los impactos del cambio climático es muy útil para entender las vulnerabilidades relativas, por cuanto provee información vital para diseñar programas de adaptación de acuerdo a las necesidades de cada región y sector productivo. Nos ayuda a observar, además, que el desarrollo que ha tenido el país y sus proyecciones de desarrollo a futuro tiene costos importantes en materia de emisiones de GEI. Estas proyecciones indican un acoplamiento entre las emisiones y el nivel de desarrollo de la economía. Para lograr un desacople, y así contribuir a la disminución de las causas del cambio climático, es posible adoptar una serie de medidas que contribuyan a disminuir la demanda de energía y el contenido de carbón en los combustibles. Estas medidas tienen un costo asociado y, por lo tanto, suponen un esfuerzo político y fiscal importante que el país tendría que realizar para llevarlas a cabo.

El cambio climático presenta una serie de desafíos para Chile, que tienen que resolverse a través del aporte de la sociedad en su conjunto. El sector privado, el sector público, la ciudadanía y el sector académico tienen un papel que cumplir para lograr un mejor futuro para el país y el planeta. El Gobierno de Chile y la CEPAL reiteran su compromiso de seguir profundizando en esta investigación y desarrollar el conocimiento necesario para que todos los actores puedan tomar decisiones más informadas, tanto para contribuir a la prevención del cambio climático como para reducir sus consecuencias adversas sobre los ciudadanos de Chile.

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