lunes, 4 de enero de 2010

Nueva amenaza para la Antártida

POSIBLE PRESENCIA DE PETRÓLEO
La posibilidad de que la reserva posea combustibles fósiles podría sacar a flote las ambiciones humanas

EFE REPORTAJES

MADRID. La Antártida se está derritiendo, de eso no hay duda. Y si quedase algún incrédulo acerca de los efectos del cambio climático en las grandes capas de hielo, ya hay varios estudios que ratifican esta situación. La temperatura aumentó mucho más rápido de lo pensado en la década de los ochenta y se prevé que para el año 2050 el nivel del mar podría crecer hasta cinco metros.

“La Península de la Antártida es uno de los lugares donde mayor alza han experimentado las temperaturas, incluso más que en Europa. Seguramente, es la parte del Hemisferio Sur que se está calentando más rápidamente en las últimas décadas”, explicó a Efe el doctor Mark Falvey, experto en cambio climático e investigador de la Universidad de Chile.

Este fenómeno queda en evidencia con fenómenos como el ocurrido a finales de noviembre, cuando cientos de icebergs procedentes del sector antártico se acercaron a Nueva Zelanda. Eran masas de hielo que supuestamente comenzaron a separarse en el año 2000 de la gigantesca Plataforma de Ross, cuyo tamaño es igual a la superficie de Francia.

“El cambio global también genera transformaciones en la circulación atmosférica. Los vientos pueden cambiar entre ellos el Anticiclón del Pacífico Occidental. Una de los fenómenos comprobados es que cuando esos vientos llegan a la Península de la Antártida deben subir una cordillera bastante alta y una vez que bajan, se expanden y hace que aumente su temperatura y la del hielo”, señaló el doctor Falvey.

La Antártida tiene las temperaturas más bajas del planeta, alcanza hasta 70 grados bajo cero y vientos de 300 kilómetros por hora. Contiene el 90 por ciento de todo el hielo del planeta y es la mayor reserva de agua dulce de la Tierra.

Alrededor del 90 por ciento de su territorio está cubierto de hielo y el promedio de su espesor es de 2.500 metros, aunque en algunos sitios alcanza los 4.776.

Si la capa de hielo se derritiera todos los océanos se elevarían aproximadamente 70 metros por encima de su nivel actual.

Una investigaciones en la zona son cada vez más desalentadoras y representan un desafío importante para los países que hace medio siglo firmaron el Tratado Antártico, un documento que zanjó las disputas en torno a las pretensiones de soberanía y permitió concentrar los esfuerzos en salvaguardar esta capa de hielo que funciona como el termómetro de la Tierra.

Sin embargo, los efectos del calentamiento global podrían reavivar antiguas disputas ante la necesidad de echar mano de recursos cada vez más escasos.

La posibilidad de que la tierra cubierta de hielo que compone la Antártida posea combustibles fósiles como petróleo, además de los lagos de agua dulce en su superficie, hace que las ambiciones salgan a flote. La amenaza de que algún país decida desconocer los acuerdos está en la mente de los firmantes de este compromiso, como Chile.

“Podría haber un país que se retirase del Tratado Antártico, pero hay un gran presión de la comunidad internacional, que ve este continente como el mayor laboratorio científico del mundo”, comentó a Efe María Luisa Carvallo, encargada de la Dirección de Medioambiente, Antártica y Asuntos Marítimos (DIMA) del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile.

En efecto, la Antártida reúne unas condiciones para la investigación tan peculiares que es como tener un planeta dentro de la Tierra, declaró a Efe el director del Instituto Antártico Chileno (INACH), José Retamales.

“La Antártica es como tener a Marte, a temperaturas muy bajas, dentro de la Tierra. Los microorganismos que viven allí no habitan en ninguna otra parte del mundo, no están en el Ártico, porque allí el hielo desaparece y queda la tierra”, aseguró Retamales, del Consejo de Administradores de los Programas Antárticos Nacionales.

La directora chilena Medioambiente, Antártica y Asuntos Marítimos se muestra optimista. María Luisa Carvallo cree que ningún país está dispuesto a aguantar la presión de la comunidad internacional, que le echaría en cara una eventual ruptura del tratado.

TIERRA DE NADIE

Y eso que en la década de los años cuarenta el “vaso de leche” comenzó a agitarse cuando Chile y Argentina establecieron límites territoriales, hecho que se sumó a las pretensiones de soberanía que entonces tenían el Reino Unido, Noruega, Australia, Nueva Zelanda y Francia.

La comunidad vio la necesidad de evitar que la Antártida se “transformara en un escenario de discordia internacional” y reconoció que esta zona debería utilizarse sólo con fines pacíficos. Sin embargo, sigue siendo tierra de nadie y de todos a la vez, pues el acuerdo no establece que la mera suscripción signifique una renuncia a la pretensión de territorio.

“El tratado estableció una situación jurídica internacional que es única y que ningún otro acuerdo posee, ya que reconoce tres situaciones distintas: la de los reclamantes, la de los presuntos reclamantes y la de los países que no son reclamantes pero que pueden desconocer la soberanía de los otros Estados. Es ilógico, pero así funciona”, afirmó la directora de la DIMA.

Si hubiese hecho efectiva esta exigencia, habría violado el protocolo de prescripción ambiental de Madrid, firmado en 1991, que establece que la Antártida se pueden desarrollar investigaciones científicas.

http://www.laestrella.com.pa/mensual/2010/01/04/contenido/187657.asp

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