El agua es un recurso sensible. El hidrólogo Alberto Vich analiza cómo lo administramos los mendocinos y cómo influye el calentamiento global. Asegura que "Al Gore es un hipócríta" y que "los biocombustibles son una inmoralidad".
por Patricia Rodón
El agua es uno de los bienes más preciados de Mendoza. No abunda y no sabemos cuidarla. A pesar de la promocionada “cultura del agua” de la que los mendocinos solemos convertirnos en abanderados, ni la señora que baldea la vereda a cualquier hora, ni el señor que lava el auto con agua potable, ni el productor que desperdicia el agua de riego parecen saber que contamos con un sistema de irrigación que sólo tiene un orden de eficacia del 30%.
Desde hace unos meses la falta de agua para consumo humano en diferentes zonas de nuestra provincia ha sido noticia constante y, más allá de las explicaciones políticas de funcionarios del Estado y directivos privados, las empresas responsables de administrarla y distribuirla han ignorado durante años la obligación de realizar inversiones que permitan mantener el sistema hídrico.
A todo ello, se suma que más del 90% de la red de canales de Mendoza que se extiende a lo largo de 5.000 kilómetros carece de impermeabilización, la presunción de la influencia que el cambio climático ya está operando en Mendoza, el no conocer en profundidad cómo funciona el sistema hidrológico cordillerano y el constante mal uso del suelo.
El río Mendoza transporta 50 m3 por segundo.
Los caudales de los ríos se mantienen
Para Alberto Vich, Director de la Unidad de Cuencas del IANIGLA (Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales), “el problema del agua en Mendoza parte, independientemente de la influencia del cambio climático sobre los recursos hídricos, es cómo manejamos nuestros recursos. Mendoza no es una provincia que tenga gran escasez de recursos hídricos pese a vivir en un ambiente difícil ya que el desierto es dominante y el 97% de su territorio es de tierras secas. El problema es el mal uso que hacemos del recurso. El agua es un bien escaso si no se aplican técnicas de manejo eficaz”.
San Luis es una de las provincias que padece de más estrés hídrico, ya que apenas dispone en total de 20 m3 por segundo de agua, mientras que sólo el río Mendoza transporta 50 m3 por segundo.
“Se habla de que nuestros ríos van a perder agua, cosa que yo no creo. El Informe Ambiental de la Provincia de Mendoza dice que habrá una disminución de los caudales y que los picos de creciente se van a adelantar, por lo que habría algún déficit de agua. De ninguno de los análisis de las series históricas de todos los ríos de la provincia que hemos realizado en la Unidad de Cuencas del IANIGLA se deduce esta proyección”, explica Vich, ingeniero en Recursos Hídricos.
Estos estudios consisten en una serie de pruebas de hidrología aprobada por las Naciones Unidas, la UNESCO y la Organización Meteorológica Mundial y analizan si una corriente puede mostrar una tendencia positiva o negativa en su caudal, si va haber cambios abruptos en el régimen hidrológico de los cauces, entre otros diagnósticos.
Vich afirma que “nosotros no hemos observado ningún cambio. Por el momento no tenemos una explicación para este fenómeno. Porque si observamos que los glaciares están retrocediendo, podríamos pensar que los glaciares aportarían menos agua y asegurar que habrá menos agua en los ríos. Y no, eso no es así porque los glaciares no aportan más del 15% de agua a los caudales totales. Podríamos pensar que la temperatura está aumentando y que por ello la nieve se está fundiendo antes y no hay acumulación. Pero esto es relativo porque no hay aumento ni disminución de las precipitaciones níveas en Mendoza ni en Chile”, asegura el Magíster en Edafología
Estas afirmaciones del investigador CONICET son producto de mediciones realizadas desde hace más de 50 años en los ríos de Mendoza. “Sobre la base de registros instrumentales podemos afirmar que no va a haber disminución de agua en los ríos de la provincia”, dice.
red de canales de Mendoza se extiende a lo largo de 5.000 kilómetros.
En Mendoza llueve lo mismo
El especialista asegura que en nuestra provincia falta mucha investigación. “En Mendoza no hay investigaciones de largo plazo sobre qué influencias tendría ese supuesto cambio de temperatura, el supuesto cambio en las precipitaciones sobre las especies de flora y fauna. Apenas hay algunos trabajos sobre la agricultura y en especial sobre la vitivinicultura. Digo supuesto cambio en las precipitaciones porque si analizamos los registros del Observatorio Meteorológico que funciona en Mendoza desde hace cien años, no hay ninguna tendencia que indique que haya más lluvias o menos lluvias”, subraya.
“Algunos modelos que trabajan a escala regional predicen que hacia 2040 habrá una disminución de los caudales. Nuestro diagnóstico afirma que esto no es cierto y con esto no negamos la retracción de los glaciares. En cuanto al aumento de la temperatura tampoco se puede afirmar que se esté produciendo porque las observaciones lo desmienten. Tal vez se trate de una combinación de factores porque nunca hay un elemento aislado. La naturaleza es demasiado compleja como para afirmar que un fenómeno se debe a una sola causa”, asevera el profesor de Hidrografía.
Vich argumenta “que tengamos o no tengamos agua si manejamos mal el recurso no vamos a tener agua. En el supuesto caso de que todo sea distinto de lo que yo estoy diciendo, verdaderamente estaríamos mal porque no estamos manejando adecuadamente el recurso. Si es como yo estoy diciendo también estaríamos mal porque estamos despreciando un recurso básico. Me parece atroz, poco ético desperdiciar un recurso. Es inmoral tirar el agua en Mendoza y aquí se tira mucha, muchísimo por el pésimo manejo. No puede ser que sigamos con un sistema de irrigación en el que sólo tiene un orden de eficacia del 30%”.
Tenemos un sistema de irrigación que sólo tiene un orden de eficacia del 30%.
Cambio climático, agua y Mendoza
“Los miedos que alberga la gente respecto del cambio climático se deben que algunos se han encargado de sembrarlos”, asegura sin vueltas el investigador. “Las presunciones de la gente son muy acotadas, se reducen a plazos cortos en el tiempo. Y han sido diseminadas por algunos intencionalmente, por otros tratando de generar conciencia, un mecanismo que a mí personalmente no me gusta, pero sé que el objetivo final es correcto, pero como no se cuidan más los recursos crear esa alarma no sirve demasiado. Y otros lo hacen enmascarando un interés”, afirma.
El profesor Vich destaca que “el fenómeno del cambio climático es real porque hay una enorme cantidad de evidencia de que algo está pasando. Lo que no sabe aún con certeza es si esto que está pasando responde a la variabilidad natural o a los efectos del calentamiento global”.
Para el científico, hablar de cambio climático significa preguntarse quién es el responsable de ese cambio. “El clima ha cambiado siempre a lo largo de la historia del planeta; a veces fue por causa de carácter astronómico, otras por causas endógenas y exógenas de la Tierra y ahora hay un fuerte componente antrópico. Cuando hablamos de cambio climático ahora nos estamos refiriendo a que es causado por el componente antrópico, pero no tenemos claro en qué medida influye. Lo que sí es claro es la influencia humana sobre elementos que son recursos”, dictamina Vich.
El agua, un recurso sensible
“El cambio en el uso del suelo, es decir, que lo que era terreno abierto ahora es urbano, lo que era monte ahora es agrícola, lo que era bosque ahora es nada, etcétera, eso produce un impacto tremendo. Y eso es parte del cambio climático que es demasiado complejo como para atribuirlo a las variables meteorológicas; hay que ver el conjunto. No sabemos si hay calentamiento en las masas de aire pero sí cuál es el impacto sobre los recursos naturales”, describe el especialista.
El recurso hídrico es muy sensible a cualquier modificación de ese movimiento de las masas de aire y de la acción que se aplique sobre las cuencas. Por ello, Vich prefiere usar el concepto de cambio global y no de cambio climático porque deriva de un cambio radical del uso de la superficie terrestre.
Y pone como ejemplo las zonas agrícolas y ganaderas de Santa Fe que se empezaron a transformar en plantaciones de soja. “Para el cultivo de la soja no se hace laboreo del suelo porque demanda más costos, es siembra directa, y el problema es que el agua se mueve de manera muy lenta en un suelo que tiene labranza cero y se infiltra poco. Por eso aparece la sequía, una sequía común y silvestre porque el suelo carece de agua porque no tiene capacidad de retención de agua, el escurrimiento es mayor, el agua busca los cauces, los cauces aumentan y se producen las inundaciones. Ese es un típico ejemplo de mal uso del suelo”.
En Mendoza el pedemonte es un regulador de los escurrimientos superficiales; al desmontarlo y cubrirlo con casas, se aumenta la impermeabilización del suelo, con ello el que haya más agua que provoquen inundaciones. “Y no porque llueva más, llueve lo mismo. Se hizo un cambio en el uso del suelo que cambió la cantidad de agua y la frecuencia con que las inundaciones pueden ocurrir”, asevera el hidrólogo.
El cambio climático es demasiado complejo como para atribuirlo sólo a las variables meteorológicas.
Desinversión y falta de agua potable
Vich opina que “habría que administrar correctamente el agua que tenemos de modo que podamos prevenir y proyectar. En Mendoza tiramos el 30% del agua potable, agua que ya pasó por todos los procesos y tratamientos. Se pierde por deficiencias que hay en el sistema”.
En el caso de las empresas que administran el agua en Mendoza “se requieren urgentes inversiones. Cosa que Obras Sanitarias no hizo. Nosotros denunciamos esto en 2002 ante el comité científico del EPAS. La empresa que tomó la privatización no hizo ninguna inversión y en alguna medida la intervención por parte del Estado era algo que se caía de maduro. Se deduce que esto no se hizo antes por cobardía o porque había demasiados intereses en juego. Y el gobierno anterior ya estaba informado. El problema de la desinversión con un bien como el agua inmediatamente se nota en la falta de agua y todas las consecuencias que acarrea”, destaca Vich.
“Al Gore es un hipócrita”
Se habla de cambio climático global porque hay calentamiento en unas zonas del planeta y enfriamiento en otras y las diferencias de opinión en la comunidad científica no son pocas.
“Algunos niegan totalmente la influencia antrópica en el cambio climático y otros la afirman fanáticamente, como Al Gore. De los dos lados hay talibanes, fundamentalistas. Hay otros que son más equilibrados y moderados, pero que soportan las presiones políticas y económicas”, advierte Vich.
El científico opina que “cuando Al Gore recorre el mundo con la propaganda del cambio climático, pagado vaya a saber por quién y ganando mucho dinero, significa que hay una connotación política detrás. Cuando él fue vicepresidente fue incapaz de hacer firmar a su amigo y jefe Bill Clinton para que firmara el Tratado de Kyoto. O sea que es un inmoral. Así, con todas las letritas. El discurso de Obama es el ejemplo de la inmoralidad y de la hipocresía porque no firmaron el tratado. Se sabía que esta cumbre iba a ser un fracaso y que no iba a producirse un acuerdo porque los intereses que se mueven son demasiado grandes”.
La diferencia de opinión que hay entre los científicos está abonada por importantes connotaciones políticas. “Por ejemplo, hacia los años ´50 uno de los primeros mapas de calentamiento mostraba que Argentina iba a sufrir un proceso de calentamiento espectacular, que se iban a correr los cultivos hacia el Sur y que iba a ser muy difícil que continuara la producción de trigo y de maíz. Y que señalaba que esos cultivos sí iban a funcionar muy bien en Australia. ¿Cómo se explica esto si estamos en la misma latitud? Ahora se ha demostrado que por efectos vinculados a las anomalías en la circulación de las masas de aire los problemas los tiene Australia y no tanto Argentina”, puntualiza Vich.
El recurso hídrico es muy sensible a cualquier modificación que se aplique sobre las cuencas.
Biocombustibles: intereses políticos y económicos
“El biocombustible para mí para mí es profundamente inmoral. No se puede sembrar una hectárea de maíz para sacar combustible para que el nene rico del Primer Mundo ande en auto mientras que el nene pobre del Tercer Mundo se muere de hambre. Es inmoral dedicar un cultivo exclusivamente para obtener combustible cuando eso es alimento que debería estar asistiendo a la gente”, opina Vich.
Para el científico los biocombustibles no favorecen la mitigación del cambio climático. “Produce un poco menos de emisión de gases, pero sólo un poco. Pero para poder obtenerlo hay que dedicar grandes extensiones de tierra agrícola y como no hay tanta, o bien se deja de producir alimentos para la gente o bien se desmonta grandes cantidades de superficie produciendo un cambio tremendo en el uso del suelo y eso sí va a generar un problema enorme”, asegura subrayando la combinación de intereses políticos y económicos que impulsan la fabricación de biocombustibles.
Link permanente: http://www.mdzol.com/mdz/nota/180415
domingo, 27 de diciembre de 2009
Cómo el calentamiento nos puede dejar sin ríos
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario