Leonardo Boix
Proceso
Londres— Una docena de naciones compite afanosamente para extender sus dominios sobre zonas marítimas vírgenes.
La razón: estas áreas son ricas en recursos minerales y energéticos. Su explotación, antes imposible debido a su gran profundidad (más de 2 mil 500 metros) o difíciles condiciones climáticas y geográficas, es facilitada ahora por la disponibilidad de nuevas tecnologías.
Once países, entre ellos México, han presentado ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental (CLPC) de la Organización de las Naciones Unidas una serie de solicitudes para extender sus “derechos territoriales” a zonas marítimas adyacentes a sus fronteras continentales o a sus “territorios de ultramar” que se encuentran en los océanos ártico, Antártico, índico o en el sur del Atlántico.
El plazo para presentar esas solicitudes vence el 13 de mayo de 2009, aunque la CLPC tiene un lapso de tres años para darles respuesta.
Otros países, como Rusia, amenazan con actuar al margen de esa instancia de la ONU. En varios casos, más de una nación solicita una misma plataforma marina; en otros, dos o más mantienen diferencias por los límites de las zonas reclamadas. Por este motivo se avecinan conflictos, aun armados.
Se trata, aseguran los expertos, de una nueva guerra colonialista con serias implicaciones en la geopolítica mundial.
Grupos ecologistas advierten respecto de otro problema: la explotación intensiva de estas zonas ocasionará desastres ecológicos y acentuará el cambio climático del planeta.
Para que una gestión ante la CLPC prospere, los países solicitantes deben ser firmantes de la Convención de Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar (aprobada en 1982) y demostrar que esa zona marítima y su subsuelo son parte de los territorios en los que han ejercido su soberanía de manera continua.
Proceso pudo conocer las solicitudes presentadas ante la CPLC, las cuales incluyen informes científicos sobre características geográficas, geológicas y recursos potenciales. En todos los casos el objetivo es obvio: explotar gas, petróleo y minerales.
Algunos ejemplos:
El pasado 27 de agosto Gran Bretaña presentó a la CLPC una solicitud para que ésta le reconozca como suya un área de 200 mil kilómetros cuadrados de plataforma submarina alrededor de la Isla Ascensión, ubicada en el Atlántico. Si este reclamo es aceptado, Inglaterra obtendría un área marítima del mismo tamaño que su territorio.
De acuerdo con un documento de la cancillería británica, esa zona podría tener recursos minerales y petroleros cuya explotación generaría ganancias de por lo menos 30 mil millones de dólares anuales.
En esa misma solicitud, el Reino Unido pide una extensión de la plataforma marítima de las islas Malvinas y las islas Georgia del Sur, ambas ubicadas en el Atlántico Sur.
El pasado 1 de octubre la compañía minera inglesa BHP Biliton compró a Falkland Oil and Gas Ltd (FOGL), una pequeña empresa petrolera también británica, el 40% de las licencias de exploración de la plataforma submarina de las Islas Malvinas. Para ello desembolsó 325 millones de dólares, según informó en un comunicado la propia FOGL. Así, la minera podrá trabajar en el sur y este de Las Malvinas durante los próximos tres años.
El pasado 12 de octubre, un vocero de FOGL dijo a Radio 4 de la BBC de Londres que la plataforma marítima de Las Malvinas podría contener reservas petroleras y minerales similares a las del Mar del Norte. Estimó que en la primera etapa de extracción se podrían obtener hasta 10 mil barriles de petróleo por año.
Un vocero de la cancillería británica dijo a Proceso que el gobierno de su país también planea solicitar al CLPC una extensión marítima en el Antártico, a pesar de que el Tratado sobre la Antártida de 1959 ya dividió el área entre 12 países y prohíbe nuevas reclamaciones.
La misma fuente comentó que Gran Bretaña también se encuentra en negociaciones con Islandia, Irlanda y Dinamarca para pedir de manera conjunta una extensión territorial de 200 millas náuticas en la zona Hattan-Rockall, ubicada al oeste de Escocia.
No sería la primera solicitud conjunta. Ya lo hicieron el 19 de mayo de 2006 Gran Bretaña, Francia, Irlanda y España para extender en 80 mil kilómetros la plataforma marítima de Bahía Vizcaya y del Mar Celta.
El pasado 7 de agosto, Francia pidió que se extiendan las plataformas marítimas de la Guyana Francesa, en América del Sur, y de la isla Nueva Caledonia, en el Océano Pacífico. Ambas áreas suman 120 mil kilómetros cuadrados. Sólo por la plataforma marítima cercana a la Guyana Francesa París calcula que puede obtener ganancias por 10 mil millones de dólares anuales en pesca, turismo y minería.
Brasil reclamó el 17 de mayo de 2004 una extensión de unos 850 mil kilómetros cuadrados repartidos en varias plataformas marítimas adyacentes a los archipiélagos San Pedro, San Pablo, Nuronha y Agci, ubicados al noroeste del país; así como en zonas cercanas a las Islas Trinidad y Martín Vaz, al este de Río de Janeiro.
México pide más territorio— El 13 de diciembre de 2007 México solicitó ante el CLPC una “extensión territorial” de 100 mil kilómetros cuadrados. En su petición, a la que este semanario tuvo acceso, manifiesta que “identificó dos polígonos ubicados en las partes occidental y oriental del Golfo de México, en los que puede extender su jurisdicción nacional sobre la plataforma continental más allá de las 200 millas marinas (370 kilómetros) contadas desde las líneas de base a partir de las cuales se mide la anchura del mar territorial”.
De acuerdo con el documento, “el Polígono Occidental está delineado por los límites exteriores de las zonas económicas exclusivas de México y los Estados Unidos de América a una distancia de 200 millas marinas. El Polígono Oriental está delineado por los límites exteriores de las zonas económicas exclusivas de México, Estados Unidos y la República de Cuba también a una distancia de 200 millas marinas”.
Ya desde el 30 de agosto de 2004, el entonces director de Exploración y Producción de Pemex, Luis Ramírez, dijo al periódico El Universal que Petróleos Mexicanos (Pemex) había descubierto nuevos yacimientos de petróleo en el Golfo de México, los cuales aumentarán las reservas totales del país de 48 mil millones a 102 mil millones de barriles de crudo. Y aseguró que los nuevos hallazgos situarían al país “a niveles de reservas de las grandes potencias productoras, como Irak, los Emiratos árabes Unidos, Kuwait e Irán”.
La carrera para apropiarse de recursos energéticos y minerales en estas áreas marítimas puede provocar conflictos armados. Los casos son previsibles:
Gran Bretaña pide que se le reconozca la propiedad de una plataforma marítima adyacente a las Islas Malvinas cuya posesión se encuentra en disputa con Argentina. En 1982 ambos países sostuvieron una guerra por el control de estas islas que tuvo como saldo 907 soldados muertos, 649 de ellos argentinos.
El pasado 8 de julio, el periódico inglés Daily Telegraph divulgó reportes de inteligencia de Gran Bretaña según los cuales la presidenta argentina Cristina Fernández pidió a los altos mandos militares de su país que estuvieran preparados para garantizar la soberanía y los recursos naturales de Argentina. Según ese diario, el apercibimiento de Fernández se habría dado en reacción ante los planes británicos de extender su control en la zona.
Fuentes gubernamentales británicas consultadas por el reportero advirtieron del riesgo de que “escalen las tensiones entre Londres y Buenos Aires por las Islas Malvinas, que la nación sudamericana aún considera parte de su territorio soberano, a pesar de haber perdido la guerra en 1982”.
Los reclamos de Rusia— El 20 de diciembre de 2001 Rusia presentó ante la CLPC una solicitud para extender su soberanía sobre 1 millón 200 mil kilómetros cuadrados del ártico, cuyas aguas están divididas en zonas que pertenecen a Canadá, Dinamarca, Estados Unidos, Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia y la propia Rusia. Moscú argumentó que esa región marítima le pertenece por ser una extensión de las cordilleras submarinas rusas Lomosónov y Mendeléev.
Sin embargo, la CLPC rechazó la solicitud. Argumentó que necesitaba más evidencias científicas. Pese a ello, el 2 de agosto de 2007 Moscú envió a los submarinos Mir-1 y Mir-11 a una plataforma marina ubicada a unos 4 kilómetros al sur del Polo Norte. Sus tripulaciones plantaron una bandera rusa el fondo de esa plataforma.
Canadá fue la primera en reaccionar. “Esto no es el siglo XV. No se puede ir por el mundo plantando banderas y diciendo ‘este territorio es mío’”, declaró ese mismo día el canciller canadiense Peter MacKay a la televisión local CTV.
Casi dos meses antes, el 27 de junio de 2007, Canadá y Dinamarca anunciaron que realizarían una investigación conjunta sobre las áreas no cartografiadas próximas a sus costas. Dinamarca señaló que la cordillera submarina Lomosónov, que Rusia considera suya, está geológicamente ligada a Groenlandia, un territorio semiautónomo danés. Moscú se les adelantó plantando su bandera antes de que Ottawa y Copenhague concluyeran su investigación.
Cuando el pasado 7 de agosto Francia pidió extender su soberanía sobre una plataforma marítima de Nueva Caledonia, en el Pacífico, el gobierno de Vanuatu, archipiélago que se encuentra a 500 kilómetros al noroeste de Nueva Caledonia, protestó. La solicitud francesa “tendrá serias implicaciones para la soberanía de nuestro país”, dijo el pasado 8 de agosto Kalkot Mataskelekele, presidente de esta pequeña nación, al periódico Vanuatu Daily Post.
De hecho, en los propios documentos presentados ante la CLPC algunos países reconocen que no se han establecido completamente los límites de las áreas reclamadas o que las peticiones pueden no estar exentas de objeciones.
Por ejemplo, Noruega presentó su petición el 27 de noviembre de 2006 por una extensión total de 300 mil kilómetros divididos en varias áreas separadas: Atlántico Norte, Mar ártico, Mar de Barents y Mar Noruego.
En su documento reconoce que “existen algunas cuestiones que no se han resuelto entre los Estados vecinos en relación con la delimitación de la plataforma continental”.
Y señala que hay otros Estados interesados en definir algunas áreas que reclama: Dinamarca respecto a las plataformas marítimas de las Islas Faroe y Groenlandia, así como Islandia y Rusia, aunque en este caso la solicitud no precisa por qué área tendrían interés esas naciones.
Barbados –que el pasado 23 de abril presentó una petición para ampliar su plataforma marítima en 80 mil kilómetros cuadrados en el Mar Caribe– señala que “hasta ahora” ninguna de las naciones vecinas ha objetado su petición… con excepción de Trinidad y Tobago.
Igualmente, algunos conflictos podrían estallar en el Océano índico debido a que India aún no ha resuelto fronteras marítimas con Bangladesh y Birmania (Myanmar).
El pasado 19 de septiembre representantes de los gobiernos de India y Bangladesh se reunieron para negociar los límites de sus fronteras marítimas. Este último país reclama su soberanía en el sur de Talpatti (que India llama Purbasha o isla de New Moor), así como en zonas de la Bahía de Bengala. Después de tres días, la reunión terminó sin acuerdos.
Estados Unidos también podría solicitar a la CLCP una franja de fondo marino del ártico de cerca de 450 mil kilómetros cuadrados (un área mayor que el estado de California). Sin embargo, antes debe ratificar la Convención de la ONU sobre el Derecho al Mar, lo que ha sido bloqueado repetidamente por un grupo de senadores republicanos que consideran que la convención limitaría la libertad de acción de su país en ultramar.
El 16 de mayo de 2007, el senador republicano Richard Lugar (Indiana), miembro del influyente Comité de Relaciones Exteriores, pidió a los miembros del Senado que ratificaran la convención. Argumentó: “Rusia ha utilizado su derecho bajo la convención para reclamar extensas partes del ártico a la espera de quedarse con depósitos potenciales de petróleo y gas que podrían estar disponibles a medida que se descongela la capa de hielo polar como consecuencia del calentamiento global. Si Estados Unidos no ratifica la convención, Rusia presionará con su reclamo sin que Estados Unidos esté en la mesa de negociaciones. Esto será directamente dañino para los intereses estadunidenses”.
Necesidad y voracidad— Ante la escasez de las reservas de hidrocarburos y de recursos minerales en regiones continentales, “existe un mayor interés en áreas del ártico, sumado al hecho de que el hielo polar se está derritiendo durante el verano, lo que hace posible una mayor exploración de su plataforma marina”, explica a Proceso Martin Pratt, director de la Unidad de Investigación de Fronteras Internacionales (IBRU) de la Universidad de Durham.
Y sí. Rusia cuenta con la mayor reserva de gas del mundo y es el segundo mayor exportador de petróleo después de Arabia Saudita, pero su producción de petróleo y gas declinará después de 2010 y podría desaparecer para 2030, según estimaciones de la compañía petroquímica BP World Energy Survey y del think-tank británico Chatham House.
Más: en un informe presentado el pasado 12 de junio, BP World Energy Survey pronosticó que las reservas de petróleo de Estados Unidos durarán 10 años, las de Noruega siete y las de Gran Bretaña cinco años.
Por esa razón las reservas del ártico, que aún no están siendo exploradas, serán cruciales, pues contendrían más de 10 mil millones de toneladas de hidrocarburos, según los resultados de una investigación difundida el 17 de junio de 2007 por el científico Vladimir Frolov, miembro del grupo Global Research.
Pero la explotación de estos territorios vírgenes es cuestionada por organizaciones de defensa del medio ambiente. Argumentan que la competencia por apropiarse de plataformas marinas para extraer recursos petroleros y minerales de su subsuelo dañará los ecosistemas submarinos.
En un informe de Greenpeace fechado el pasado 17 de julio, la científica Vera Alexander sostiene que las perforaciones y excavaciones del subsuelo marino, sobre todo en áreas rocosas, “están destruyendo los sensibles ecosistemas y ayudando a elevar la temperatura del planeta”. Además, señala, “pone en peligro de extinción a cientos de especies de la flora y la fauna marina”.
Kristina Gjerde, consejera en temas marinos de la organización World Conservation Union (IUCN), afirmó el pasado 8 de enero al periódico inglés The Guardian que debido al cambio climático vastas regiones de los polos se están descongelando, lo que facilita la exploración y explotación de los recursos que se encuentran en su subsuelo. Sin embargo, subrayó, “una vez que (empresas mineras y petroleras) los encuentren, provocarán que se eleve mucho más la temperatura global”.
domingo, 30 de noviembre de 2008
La disputa por los mares
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