jueves, 23 de octubre de 2008

Cambio climático: amenaza a la vida y un nuevo futuro energético

Naief Yehya
Nueva York, Estados Unidos

Entre el años 1600 y el 2007 la población de la tierra alcanzó los 6.07 mil millones de habitantes y la presencia del dióxido de carbono en la atmósfera pasó de alrededor de 274 partes por millón (ppm) a 385 ppm. En los últimos 100 años la temperatura del planeta ha aumentado alrededor de 0.85 0C (ó 1.8 0F).

Esta no es la primera vez en la historia de nuestro planeta en que tiene lugar un cambio climático, pero sí se trata de la primera ocasión en que este cambio es provocado por la actividad humana.

El inocultable fenómeno de calentamiento global actual ha dividido al mundo en dos facciones: aquellos que desean transformar la manera en que vivimos y utilizamos la energía y quienes rechazan la importancia de este fenómeno. Esta confrontación va más allá de ser una diferencia de opiniones para volverse una especie de cisma ideológica con tonos casi religiosos.

La importancia, controversia y necesidad de informar al público al respecto de lo que se sabe de este fenómeno llevó al Museo de Historia Natural de Nueva York a montar una amplia muestra donde se presenta los conocimientos científicos que se tienen hasta el momento sobre el cambio climático, las implicaciones, consecuencias que puede tener y algunas posibles soluciones. Como siempre, este museo maneja la información a diferentes niveles para hacerla accesible tanto niños como a adultos e incluso especialistas.

Esta ambiciosa muestra fue creada en coordinación con la Autoridad para la Cultura y la Herencia de Abu Dhabi, el Museo de Historia Natural de Cleveland, el Museo Field de Chicago, el Instituto Dangari de Sao Paulo, la Junta de Castilla y León, de España, la Fundación Verde de Corea, el Museo de Historia Natural de Dinamarca, el Centro Científico de San Luis y el Papalote Museo del Niño de la ciudad de México. A partir del año próximo la exposición viajará por todas esas sedes.

Debido a la desinformación de algunos y al escepticismo de otros, la muestra tiene la necesidad de convencer, presentando una serie de pruebas que al sumarse se vuelven abrumadoras, pero que también pueden parecer reiterativas para cualquier persona medianamente informada. No obstante, la exhibición es un ingenioso despliegue de recursos que combina dioramas, monitores interactivos, numerosas piezas de la colección y toda clase de medios audiovisuales para comunicar información de forma impactante.

Un ejemplo es la maqueta de Manhattan en la que la parte sur de la ciudad queda sumergida bajo cinco metros de agua debido al descongelamiento total de los polos. Ahora bien, esta es una situación muy poco probable, como afirman los expertos. Por tanto, queda claro que esta imagen impactante no es realista sino meramente alarmista. Esta maqueta refleja la tendencia para exagerar algunos casos, enfatizar ciertos datos e ignorar aquellos que no confirman de manera evidente los dogmas en que se fundamenta la argumentación de la exposición, como es el hecho de que: ¿la temperatura y el dióxido de carbono marchan al unísono¿. No se trata que esto sea falso, sin embargo parece que en su necesidad de contar con un mensaje contundente e incuestionable los curadores optaron por omitir información importante y suprimir los necesarios matices.

Los curadores han intentado incluir la mayor parte de las piezas de este complejo rompecabezas: industria, transportación, consumo de energía y urbanización de áreas verdes con la intención de concienciar a los visitantes, también de lograr una especie de compromiso de su parte, con la esperanza de formar militantes que defiendan el medio ambiente, lo cual no tiene nada de malo en sí mismo, pero parece una misión extraña para un museo científico como este.

Esto resulta curioso ya que la labor de convencimiento se torna prácticamente en una misión urgente (incesantemente se enfatiza que hay que actuar de inmediato o sufrir terribles e irreversibles consecuencias) y esto no ha escapado a los ojos de los críticos y detractores de esta visión, quienes ven aquí una especie de fanatismo new age, una peligrosa campaña que afectará intereses nacionales, mercantiles e industriales. En cierta forma la exposición parece una continuación de la exitosa película de Al Gore, Una verdad inconveniente.

La enumeración de posibles desastres, cataclismos y terrores que se avecinan tiene por momentos una sórdida resonancia con la ciencia ficción más pesimista. Tsunamis, huracanes, inundaciones, plagas, deshielos y otros fenómenos naturales destructivos son presentados como consecuencias del uso y abuso de los recursos por parte de la humanidad (en particular de los países desarrollados). Por tanto es inevitable que la exposición responsabilice de la situación al progreso occidental y la conquista europea del resto del mundo, lo cual precisamente comienza a finales del siglo XVII con los desarrollos tecnológicos que permitieron que las potencias europeas conquistaran el mundo: la carabela y otras embarcaciones que permitían largos viajes, la pólvora y las armas de fuego, el desarrollo de instrumentos de navegación eficientes, las máquinas de combustión interna, el voraz consumo de recursos naturales (en particular de combustibles fósiles) y en general la filosofía de la naturaleza o ciencia, esa ideología renacentista que permitió a Occidente desarrollarse por encima del resto de la humanidad.

La muestra tiene obviamente un tono apocalíptico y depresivo: la imagen de un oso polar buscando comida entre la basura es muy emblemática, sin embargo, se enfatiza en la posibilidad de corregir la tendencia mediante acciones concretas que van desde cambios individuales en nuestros hábitos de consumo y transporte, para reducir nuestra huella de carbono (la cantidad de dióxido de carbono que emitimos en la vida cotidiana), hasta la necesidad de emplear seriamente tecnologías limpias como la energía eólica y solar.

Uno de los problemas más obvios de este show es que no dedica espacio a la controversia en torno al calentamiento global. No se trata de dar espacio a los chiflados, a los títeres de las grandes corporaciones o a los retrógradas incurables que niegan que este fenómeno esté teniendo lugar, sino de presentar las muchas diferencias que tienen entre ellos numerosos científicos y la inexistencia de un consenso entre los expertos. La exposición es extensa y muchos sentidos abrumadora, es una lástima que este debate particularmente ominoso e interesante haya sido hecho a un lado en pos de una claridad que finalmente queda comprometida por esta omisión.

Climate Change: The Threat to Life and A New Energy Future estará en exhibición en el American Museum of Natural History, de Nueva York del 18 de octubre hasta el16 de agosto 2009.

http://www.ar.terra.com/terramagazine/interna/0,,OI3276724-EI8865,00.html

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