viernes, 10 de octubre de 2008

Yo sobreviví a la guerra georgiana. Esto es lo que vi

En un discurso ante Naciones Unidas el pasado mes, el presidente georgiano Mikheil Saakashvili imploró a los dirigentes del mundo que establecieran una investigación internacional para establecer la verdad sobre la guerra en Osetia del Sur.

No podría estar más de acuerdo. Pero pienso que los resultados de una investigación honesta revelarían una “verdad” muy diferente de lo que afirma el presidente Saakashvili.

Lo sé porque estuve en Tsjinvali, capital de Osetia del Sur, el 7 de agosto cuando tropas georgianos invadieron la ciudad y mataron a mis amigos y vecinos. Me acurruqué con mi familia aterrorizada durante tres noches mientras los tanques y los cohetes de Saakashvili destruían cientos de casas, profanaban cementerios, destruían escuelas y hospitales.

También tengo buenos motivos para no confiar en lo que dice Saakashvili. Durante tres días antes del ataque, estuve recibiendo llamados de muchos amigos georgianos advirtiéndome que me fuera. Decían que Saakashvili estaba planificando un ataque. La mayoría de los georgianos que vivían en Osetia del Sur se fueron porque sabían lo que venía.

En la noche del 7 de agosto, Saakashvili salió en la televisión y aseguró a la atemorizada población de Osetia del Sur que no nos atacaría. Fue mucho después de la hora a la que Saakashvili afirma ahora que los rusos habían comenzado “a invadir” Georgia.

Los osetios se fueron a acostar aliviados y agradecidos por una noche pacífica.

Menos de dos horas después, según informes internacionales verosímiles, su artillería, bombarderos, y tres brigadas de tropas terrestres desencadenaron lo que sólo puedo describir como un feroz infierno sobre nuestra ciudad. Al principio, sólo supimos de nuestro miedo mientras nos ocultábamos. Después hablé con cientos de osetios para descubrir lo que nos habían hecho.

El anciano padre de mi amigo trató de apagar las llamas provocadas por el fuego georgiano en la casa que había construido con sus propias manos. Su pierna fue cercenada por metralla de armas georgianas. Se desangró hasta morir mientras su esposa discapacitada se arrastraba fuera de su casa en llamas.

Los osetios vieron a tanques georgianos tirando contra subterráneos en los que se escondían mujeres y niños. Vieron a familias en fuga baleadas por francotiradores georgianos. Supimos que los militares georgianos habían utilizados sistemas de cohetes Grad y bombas de racimo contra Tsjinvali.

Sí, ansiaría profundamente que una comisión internacional investigara la verdad de lo sucedido.

Cuando salí de nuestro escondite, agradeciendo a Dios que los rusos hubieran salvado nuestras vidas, me desalentó la reacción de los medios internacionales ante lo que había ocurrido. No dijeron nada sobre las muertes osetias y los horrores no provocados infligidos por los militares de Saakashvili. Me partió el alma.

La verdad había sido aplastada por la poderosa máquina de relaciones públicas de Georgia tan despiadadamente como los tanques georgianos atropellaban a los civiles indefensos de Tsjinvali.

Sé que los estadounidenses son gente generosa y justa. Pero a los estadounidenses no les han dicho la verdad sobre lo que nos sucedió. Los estadounidenses no comprenden que los osetios son un pueblo independiente, cristiano ortodoxo, con una profunda historia en nuestro país. El mundo habla solo de la libertad georgiana. ¿Y la libertad de mi pueblo? ¿No significan nada nuestro sufrimiento, nuestras voces?

No culpo al pueblo georgiano por lo que nos sucedió. La vasta mayoría de los osetios y georgianos quieren vivir en paz. Culpo a los dirigentes de Georgia.

Saakashvili ha persuadido al mundo de que él es un “fanal” de democracia y franqueza. Pero ni siquiera dice la verdad a su propio pueblo. A mis amigos georgianos no les permitieron ver ningún medio noticioso ruso durante el conflicto porque todos esos medios fueron bloqueados por el gobierno de Saakashvili.

Sé que somos un pueblo pequeño, y no pretendo comprender a los expertos en geopolítica con sus teorías y pronunciamientos sobre las grandes potencias. Pero he luchado por los derechos de las mujeres en Osetia durante 12 años, y creo en la verdad.

En un reciente artículo, Saakashvili desechó cínicamente los sufrimientos y muertes osetios porque, dijo, Rusia había “mentido” sobre cuántos de mi pueblo fueron muertos por los militares georgianos.

Se me rompe el corazón con solo involucrarme en esta discusión. Nadie – incluyendo a Saakashvili – sabe cuantos osetios fueron muertos por su ejército. Tengo amigos que sepultaron a seres queridos en sus patios porque no había alternativas. Mucha gente sigue desaparecida.

¿Cree Saakashvili que su malvado ataque contra una ciudad civil se justificaría si sólo hubiera matado a unos pocos cientos en lugar de unos pocos miles? ¿Se dan cuenta los estadounidenses de que militares equipados y entrenados por el gobierno de EE.UU. atacaron a una población civil mientras dormía en sus camas? ¿Pueden justificar el envío de otros mil millones de dólares a Georgia y nada a los que fueron atacados por Georgia?

He hecho un llamado urgente al mundo para que dé ayuda humanitaria a nuestro pueblo en el sitio en la Red helpossetianow.org. Ruego a EE.UU. y al mundo que descubran la verdad. ¡Por favor escuchad nuestras voces!

• Lira Tskhovrebova es fundadora de la Asociación de Mujeres Surosetias por la Democracia y los Derechos Humanos y ha trabajado durante más de una década para mejorar las relaciones entre gente de ascendencia georgiana y osetia en el Cáucaso.

Copyright © 2008 The Christian Science Monitor

Lira Tskhovrebova Christian Science Monitor/ICH
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens

www.rebelion.org

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