domingo, 15 de febrero de 2009

Aumentará la frecuencia de catástrofes naturales

Paula Soler LA NACION

La sequía que afecta al campo, la histórica bajante del río Paraná y el alud de barro en Tartagal no son expresiones aisladas y caprichosas de la naturaleza. Son fenómenos que serán cada vez más frecuentes y aún más espectaculares o extremos debido al calentamiento global, según la opinión de meteorólogos y expertos consultados por LA NACION.

De acuerdo con el diagnóstico, la postal a futuro del país muestra, principalmente, la exacerbación de dos fenómenos contrapuestos: un aumento de lluvias e inundaciones en el nordeste argentino e importantes períodos de sequías en todo el territorio nacional.

La producción de la región pampeana, donde están la mayor concentración de la población nacional y cerca del 40% de la riqueza agrícola-ganadera del país, será una de las más afectadas, con épocas de sequías e inundaciones extremas.

Preocupados y un tanto cansados de ser vapuleados como los agoreros de turno, los especialistas señalan que, a pesar de la espectacularidad de los fenómenos meteorológicos ocurridos en los últimos tiempos, esos desórdenes son apenas los indicios del cambio climático, del cual hombres y gobiernos son los principales responsables.

"Las sequías y las inundaciones son parte de un ciclo natural; lo grave es que se están registrando en períodos más cortos, pero constantes, y sus manifestaciones son cada más extremas por efecto del calentamiento global", explicó a LA NACION Osvaldo Canziani, doctor en Meteorología que en 2007 fue galardonado con el premio Nobel de la Paz, como miembro del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Por su parte, Mario Núñez, director del Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CIMA), dependiente de la UBA y el Conicet, explicó a LA NACION: "Las estadísticas señalan que de todos los desastres naturales, los de origen climático son los que mayores muertes y daños provocan. Estos hechos no son nuevos, son inherentes a la variabilidad del clima y particularmente a los fenómenos extremos".

El cambio climático global, tal como lo define la Convención de la ONU sobre Cambio Climático, es un proceso de origen antrópico, es decir, causado por la actividad humana. Una de las facetas de ese cambio climático es el calentamiento global, producido por la liberación hacia la atmósfera de los denominados gases de efecto invernadero.

El gas más importante es el dióxido de carbono (CO2) producido por la combustión de hidrocarburos y el carbón mineral. Si no se instrumentan medidas para limitar estas emisiones, según estudios del IPCC, la temperatura del planeta se elevará de 1,8 a 4°C suplementarios en el curso de este siglo, luego de haber aumentado 0,7°C en el curso del siglo pasado.

"El correlato de ese fenómeno en el país será: un progresivo aumento de las lluvias e inundaciones en la pampa y en el norte del país. Además, subirá el nivel del mar de 10 a 90 cm, por lo que las poblaciones costeras deberán migrar al centro del país", explicó Canziani.

Si el concepto calentamiento global es muy abstracto, a modo de ejemplo se pueden enumerar los efectos de la sequía que azota al país desde hace meses. Los técnicos de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) afirman que el campo, entre cultivos y ganado ovino y bovino, perdería unos $ 43.000 millones.

Si aún los números son muy abstractos para medir la seriedad del problema, basta con recordar los rostros de los cientos de damnificados por el aluvión de barro en Tartagal la semana pasada.

Para este año, los pronósticos no son halagüeños. El próximo, será el otoño más seco de los últimos 100 años, con el agravante que comenzará sin carga de agua en el suelo debido a las pocas lluvias, según un estudio del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA).

Como dato ilustrativo, un informe del Servicio Meteorológico Nacional indica que en el norte del país se registraron el año pasado precipitaciones de un 40 por ciento por debajo del promedio y, en casos extremos, más cerca del 60%, algunos de los cuales fueron los registros más bajos en los últimos 47 años.
Enfermedades estacionales

La bajante del Paraná y de la laguna de Chascomús pusieron en el tapete la emergencia de enfermedades como el dengue y la fiebre amarilla. "La tropicalización de regiones templadas origina la proliferación y el corrimiento geográfico de mosquitos o vectores que transmiten enfermedades estacionales, que en algún momento se relacionaron con la pobreza, pero que ahora incluso traspasan esa frontera", explicó a LA NACION Tomás Orduna, infectólogo coordinador del servicio de medicina del viajero del Hospital Muñiz.

"Lo preocupante es que hay una mayor presencia de enfermedades vectoriales en sus formas más graves. Como la leishmanisis visceral, que a diferencia de la tegumentaria, que afecta la piel, compromete los órganos internos como el hígado y su tratamiento debe ser más intensivo", afirmó Sergio Sosa-Estani, del Centro Nacional de Diagnóstico e Investigación de Endemo-epidemias

Pero las consecuencias negativas del cambio climático se deben también al mal uso del suelo por parte de los productores agrícolas.

Los especialistas coinciden en que se debe evitar la tala de bosques nativos y controlar la cantidad de hectáreas utilizadas para cultivos de soja ya que deterioran la productividad del suelo de acuerdo a mediciones efectuadas por el Instituto de Suelos del INTA. Este problema estaba superado con el sistema de rotación de cultivos, desplazado por el monocultivo de soja.

En los próximos años, y de no cambiar esas prácticas y controlar la emisión de gases invernaderos, el 50 por ciento de los suelos cultivados sufrirá procesos de salinización y desertificación y habrá una menor productividad en cultivos y carnes, según un estudio de Walter Pengue, investigador del Grupo de Ecología del Paisaje y Medio Ambiente de la UBA.

http://www.lanacion.com.ar/nota.asp?nota_id=1100090

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