Con el colapso de la Unión Soviética, la Federación Rusa se convirtió en su Estado sucesor al aceptar los 15 mil tratados que se habían firmado, hacerse responsable de la deuda internacional que se había adquirido y ocupar el asiento como miembro permanente en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas; todo esto a través de un acuerdo firmado con las otras repúblicas postsoviéticas. Pero si bien se convirtió en su sucesor viéndolo desde la lógica del derecho internacional, estuvo lejos de convertirse en su heredero geopolítico, pues las principales herramientas de la influencia soviética se comenzaban a disolver en 1991 y de esta manera el Pacto de Varsovia, al igual que el Consejo para la Asistencia Económica Mutua (Comecon, por sus siglas en inglés), desaparecían.
Durante la década de 1990, sus recursos y capacidades disponibles en materia de política exterior, poco a poco fueron disminuyendo; Rusia dejaba de ser una superpotencia, e incluso había quienes cuestionaban el que alcanzara siquiera el estatus de potencia mundial, había perdido parte de su potencial geoestratégico, económico, militar, político e ideológico que ostentaba durante la Guerra Fría. Los rusos comenzaban a ser marginados de partes del mundo en las que históricamente habían tenido una influencia considerable, como en el Medio Oriente o en los Balcanes, pero desde la llegada de Vladimir Putin al poder y con el aumento en los precios de los energéticos, parece que Rusia fue recobrando su lugar en la esfera internacional, lo que implica una importante tarea a seguir para el posterior gobierno encabezado por el llamado “delfín” de Putin, Dimitri Medvedev.
Por otra parte, el mantenimiento del control sobre el territorio chechenio es trascendental para la política exterior de Rusia, en primer lugar porque el combate al terrorismo es uno de los temas en los que Rusia está tomando la iniciativa, además de que éste es un territorio importante para el tránsito de energéticos, los cuales son utilizados como una herramienta de presión, principalmente frente a Europa.
El Cáucaso es una región sensible a los conflictos étnicos y religiosos, en ella conviven más de 50 grupos distintos, entre los que destacan los turcos, árabes, rusos, caucasianos y persas. Las primeras menciones acerca del pueblo chechenio datan del siglo VII, en un manuscrito armenio; la estructura social de este pueblo está basada en clanes, los que a su vez están formados por hermandades; históricamente, la sociedad chechenia se ha distinguido por dos características principalmente: su voluntad de independencia y una tradición guerrera milenaria. Las primeras influencias externas al pueblo chechenio provinieron del cristianismo bizantino, pero desde el siglo XVII comienzan a familiarizarse con el Islam y en el siglo XVIII y XIX comienza su historia de resistencia al apoyar a los Sufíes contra la ocupación rusa.
Según el censo de 1989, un millón 270 mil 500 personas vivían en la entonces República Socialista Soviética Autónoma de Chechenia-Ingushetia, de los cuales, 58% eran chechenios, 23% rusos, 13% ingushetios y el resto pertenecía a otras minorías étnicas. No podemos generalizar a todos los habitantes pertenecientes a la etnia chechenia, pues cabe destacar que desde hace mucho tiempo la opinión pública está dividida entre los pro-rusos quienes generalmente viven en la planicie y están más integrados al sistema, y los independentistas, quienes habitan en las montañas, son los más pobres y repelan de la utilización de la lengua rusa.
El Cáucaso norte permaneció fuera de la escena internacional hasta el siglo XVI, cuando bajo el reinado de Iván El Terrible Moscú se interesa en este territorio porque lo ve como la puerta de entrada a los mares cálidos (mar Caspio y mar Negro) y al mercado iraní. Los chechenios, junto a sus aliados iraníes, lograron entonces repeler la invasión rusa y así comenzó un periodo de paz, en el cual el Islam penetra profundamente en la región. En 1785, los rusos nuevamente tratan de someter al pueblo chechenio, esta vez comandado por Catalina II y ferozmente los chechenios logran resistir el ataque infringiéndole al ejército de Catalina II la mayor derrota recordada, aunque en 1791 la ofensiva rusa fructifica y toman Mansur. En 1836 hay un intento de independencia chechenia comandado por el Imam Chamil, quien funda el Califato de Chamil y lucha por su autonomía hasta que es derrotado en 1859.
Mientras el resto de Asia Central es pacificado, Chechenia sigue en constantes revueltas, por lo que los rusos deciden mantener control militar, además de esto, intentan modificar la composición étnica de la región, otorgando tierras a los cosacos e intentando erradicar la cultura islámica, al cambiar el alfabeto árabe por el cirílico.
En 1918, atraídos por la tesis de Lenin acerca de las nacionalidades, los pueblos de las montañas (chechenios, ingushetios y daguestanos) toman las armas y luchan contra el ejército blanco del general Denikin, los chechenios y los daguestanos se unen en la “República Confederada de las Montañas” y son reconocidos como entidad independiente por el gobierno soviético, por Alemania, el Imperio Austro-Húngaro, el Imperio Británico y Turquía; incluso son invitados a la Conferencia de Paz en París de 1919 y es sobre este precedente que los chechenios demandan el derecho a la independencia.
Al terminar la guerra civil en 1920, quedan muy pocos musulmanes del lado de los bolcheviques y comienzan a comportarse como un ejército de ocupación en Chechenia. El gobierno soviético comienza a restar autonomía a la región; primero se le transforma en la República Autónoma Socialista Soviética de las Montañas y después se le relega a ser un Oblast (especie de entidad subnacional o región autónoma), por lo que los levantamientos chechenios continuarían en 1921, 1924, 1928 y 1937. Con la Segunda Guerra Mundial comienza uno de los episodios más trágicos de la historia chechenia, pues en 1944 Stalin ordena una deportación masiva, argumentando que los chechenios habían cooperado con los nazis. Según algunos autores, como Boxup, esta acusación es absurda, pues los alemanes no llegaron hasta esta región, por lo que solamente fue un pretexto para dispersar a los chechenios, al igual que ya lo había hecho la Rusia zarista con la intención de deshacerse de su resistencia y sus deseos independentistas. En 1946, la República Socialista Soviética de Ingushetia y Chechenia desaparece, su territorio es repartido entre las entidades vecinas y toda referencia a los pueblos ingushetio y chechenio se borran, incluso los nombres de los pueblos se cambian y son repoblados por rusos y ucranianos; ya en 1956, en medio de la “desestalinización”, bajo el mandato de Kruschev, se les permite a los chechenios regresar a su territorio y para 1957 se reestablece Checheno-Ingushetia como República autónoma en el seno de la URSS.
Insurgencia chechenia
Durante el colapso soviético, en 1991, el ex general de la Fuerza Aérea Soviética y entonces presidente de Chechenia, Dzhokhar Dudayev, proclamaría unilateralmente la independencia, lo cual ocasionó que el recién electo Boris Yeltsin enviara cientos de tropas del Ministerio del Interior y declarara el estado de emergencia (las tropas no pelearán por órdenes de Gorbachov y son enviadas a casa en autobús, ésta será la primera humillación para Moscú). Es en este momento cuando hace su aparición Shamil Basayev, quien será el líder emblemático de la insurgencia chechenia.
Basayev, junto con Satuyev y Chachayev, secuestran un avión ruso con 178 rehenes el 9 de noviembre de ese año y amenazan con hacerlo estallar si no se levantaba el estado de emergencia. Tras las negociaciones, Basayev logra cambiar la vida de los pasajeros por la liberación de algunos prisioneros de guerra chechenios y dos días después el estado de emergencia fue levantado, no en sí por el secuestro del avión, sino porque el Soviet Supremo decidió anular el decreto de Yeltsin. Esto hizo que Basayev fuera recibido como un héroe nacional y nombrado jefe de la guardia presidencial. Después de este episodio, Basayev comandó a las fuerzas chechenias que pelearon contra Armenia y sus aliados rusos, en la lucha de Azerbaiyán, por la región de Nagorno-Karabakh, donde como agradecimiento por su ayuda se le permitió quedarse con todas las armas y municiones que pudiera apoderarse del ejército enemigo.
En agosto de 1992, Abjasia declara unilateralmente su independencia y Georgia reacciona lanzando un ataque aéreo contra ellos. Los rusos y los chechenios pelean de lado de Abjasia, pues estos últimos estaban convencidos de que debían ayudar a su hermana república de las montañas. Así comienzan los relatos rusos sobre las atrocidades cometidas por Basayev, mismas que se incrementaron en la guerra con Rusia de 1994, cuando algunos prisioneros eran mutilados y otros crucificados, lo que en los rusos comenzó a provocar un sentimiento de repugnancia hacia los guerrilleros chechenios, sentimiento que contribuyó a la poca culpa que experimentaban los rusos al ejecutar a los soldados chechenios, por lo que la brutalidad se fue incrementando en ambos bandos.
Para 1995, Basayev y el presidente Dudayev estaban desesperados y amenazaron con llevar la guerra al corazón de Rusia. En palabras de Basayev, “queríamos que la gente en Rusia sintiera que la guerra también era cercana a ellos, queríamos que vieran lo que era la sangre, cómo la gente muere, queríamos que despertaran.” La manera en la que se llevó la guerra al corazón de Rusia fue con el episodio de Budennovsk. Basayev afirma que la intención era llegar a Moscú, pero la corrupción de las autoridades rusas hizo que se les acabara el dinero, por lo cual sólo lograron llegar a aquel poblado, situado a unos 200 kilómetros de Grozny; ya en Budennovsk, Basayev y sus hombres tomaron un hospital (hasta el 11 de septiembre de 2001 éste había sido el atentado terrorista más grande de la historia moderna, con más de 600 víctimas), el cual tenía paredes grandes, pues había sido diseñado para usarse como cuartel, también pusieron a todas las mujeres embarazadas en las ventanas, formando un escudo humano. Basayev dijo que si no comenzaban las pláticas de paz, ejecutaría a todas las personas que se encontraban en el hospital, entonces comenzó ejecutando a seis pilotos rusos que encontró entre los rehenes y luego asesinó a otras cinco personas. Rusia respondió tratando de recuperar el hospital con una operación especial, pero los hombres de Basayev resistieron y como represalia se ejecutó a 100 rehenes más; las autoridades rusas estaban de rodillas y accedieron a negociar con el gobierno chechenio. Se intercambiaron los rehenes por otros rehenes voluntarios, entre los que se encontraban reporteros, residentes de Budennovsk y seis diputados de la Duma. Fue hasta el momento en que Basayev y sus hombres se encontraron a salvo en Chechenia cuando fueron liberados los rehenes; de esta manera, Basayev logró comenzar las pláticas de paz y entre los insurgentes se ganó el apodo del “Héroe de Budennovsk”.
El terrorismo de la insurgencia chechenia tiene diversos episodios, por lo que sólo se hablará de algunos, que por su magnitud o características son representativos del mismo, como la amenaza al parque Izmailovsky, en noviembre de 1995. En este episodio destaca la inclusión de dos elementos nuevos en la lucha contra Rusia: 1) guerreros extranjeros (musulmanes en su mayoría) y 2) terrorismo nuclear. En el territorio chechenio hay un depósito de desechos nucleares, llamado Radón, del cual se cree que Basayev pudo extraer cesio 137, y en una transmisión en vivo amenazó con convertir el parque Izmailovsky en un desierto eternamente radioactivo. Las autoridades rusas encontraron el cesio 137 a tiempo, por lo que el atentado no se llevó a cabo. Asimismo, a las filas de la insurgencia chechenia, bajo el mando de Khattab (un saudí que practicaba el wahabismo), se adhirieron nuevos combatientes que tenían vínculos con organizaciones islámicas terroristas, argumentando que la naturaleza del conflicto era la defensa del Islam en contra de los infieles.
Los otros ataques a destacar, tanto por su magnitud como por la cuestionada respuesta de las autoridades rusas, son los que atrajeron más la atención de la comunidad internacional. En el 2002, la toma del teatro Dubrovka en Moscú, donde más de 800 personas fueron tomadas como rehenes y los guerrilleros amenazaban con detonar bombas que llevaban alrededor de su cuerpo, finalmente las fuerzas especiales rusas decidieron tomar el teatro con gas letal, pero murieron casi 200 personas. En el otro episodio, la toma de un colegio en Beslán, hubo 500 rehenes, de los cuales alrededor de 200 eran niños. En esta ocasión el gobierno ruso reaccionó de manera enérgica, tomando el colegio por medio de disparos, argumentando que los terroristas habían comenzado a ejecutar niños y negándose a cualquier negociación con terroristas. Hubo diversas protestas internacionales por el procedimiento realizado por las fuerzas especiales rusas, pero finalmente se obtuvo el apoyo de la Unión Europea, quien “condenó total e incondicionalmente toda forma de terrorismo.” A su vez, Ariel Sharon también afirmó que Israel, mejor que nadie conocía por lo que estaban pasando los rusos, pues sabía lo que es “ver a tus fuerzas especiales y personal médico cargando víctimas de todas las edades en sus hombros.”
El cambio en las reacciones mostradas por las fuerzas especiales rusas tiene gran relación con la llegada al poder de Vladimir Putin. Este debe gran parte de su popularidad a la llamada lucha contra el terrorismo y es importante señalar que Rusia fue uno de los primeros países en haber llamado a una coalición global en la lucha contra el terrorismo.
La importancia geoestratégica de Chechenia
Al hablarse del conflicto en Chechenia, frecuentemente se menciona que el interés de Rusia en esta región está basado en la existencia de reservas petroleras. Si bien hasta finales de la década de 1940 casi el 40% del petróleo ruso que se extraía provenía de este territorio, en la actualidad esto ha cambiado y tan sólo el 1% de las reservas petroleras rusas se encuentra en territorio chechenio. Es por esta razón que el interés ruso por esta región ha cambiado, ahora Chechenia es un territorio de tránsito de energéticos, pues por una parte el petróleo que se extrae de Siberia, y tiene como destino la península Balcánica o Italia, tiene que pasar forzosamente por la región de Daguestán y Grozny, la capital de Chechenia, al igual que todos los energéticos provenientes de los yacimientos petroleros de Kazajstán, como Tenguiz, Karazhanbas y Dunga. Por su parte, el gas y petróleo de Uzbekistán y Turkmenistán, generalmente pasan por este oleoducto llamado Traceca (Transport-Corridor-Europe-Caucassia-Asia).
Los energéticos, además de ser una fuente de ingresos importante para Rusia, también funcionan como un arma política para presionar a Europa. En la actualidad, dos quintas partes del gas y una cuarta parte del petróleo que se consume en Europa proviene de Rusia, y se prevé que para el 2025, en vez de haberse disminuido esta dependencia energética, aumentará, pues se estima que el 70% del gas que se consume en Europa provendrá de Rusia. Tanto Europa como los Estados Unidos son conscientes de esta carta que juega Moscú, incluso el entonces vicepresidente de Estados Unidos, Dick Cheney, en un discurso pronunciado en Lituania, acusó a Moscú de estar usando sus recursos energéticos para manipular las decisiones de los gobiernos de países europeos.
En ese mismo sentido, podemos afirmar que debido a esta fuerte dependencia de Europa a los energéticos rusos, Moscú ha logrado varias victorias en la escena internacional. Frenar la expansión de la OTAN (en Georgia y Ucrania) fue una victoria para los rusos, conscientes de su influencia en el Cáucaso, específicamente en los conflictos de Abjasia, Osetia del Sur y Nagorno Karabak, regiones sensibles para la salida de energéticos de Azerbaiyán, si se quiere evitar el paso por Rusia, si no, éstos tendrían el monopolio del transporte de los energéticos del Caspio, debido principalmente al bloqueo que Estados Unidos impone a Irán.
Después de hacer este análisis, se llega a la conclusión que una independencia de Chechenia en los próximos años se vislumbra bastante distante, pues efectivamente para Rusia, el mantener un control sobre este territorio es de vital importancia tanto para su política interna como para su política exterior. Porque los energéticos son de gran importancia para su economía, y por este territorio cruzan los principales oleoductos y gasoductos que van hacia el mercado europeo. Además, la lucha contra el terrorismo a nivel internacional legitima las acciones de Rusia en Chechenia y lo posicionan fuertemente dentro de la agenda mundial.
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