martes, 17 de febrero de 2009

Bolívar, Fidel y las dos guerras del Pacífico; Argentina también perdió tierra

Una de las habituales “reflexiones” del ex jefe del estado cubano Fidel Castro ha provocado reacciones contrapuestas en el Pacífico Sur, especialmente en Bolivia y Chile. Fidel se refirió a los derechos bolivianos a recuperar una salida al mar, tema sobre el que vienen conversando los presidentes Evo Morales y Michelle Bachelet. Hace unos pocos años el conflicto se había acrecentado cuando se instrumentó una venta de gas boliviano a los Estados Unidos de América a través de puertos chilenos en una operación de triangulación.

Ahora Fidel hizo una referencia en una nota más extensa. Referencia que recibió el beneplácito de la mayoría y que en el caso particular de Evo Morales le generó un reconocimiento. En Chile la respuesta fue todo lo contrario y hasta Bachelet mostró su contrariedad con el comentario. Pero Fidel con ello tuvo más argumentos para seguir insistiendo y en señalar algunas cuestiones irresueltas de la condena a los pueblos del altiplano a la mediterraneidad tras la segunda Guerra del Pacifico, entre 1879 y 1884 en la que resulta generalizado, por otra parte, el olvido a los 20.000 kilómetros cuadrados que la Argentina, sin particular de la guerra, perdió con Chile en la Puna de Atacama. El historiador argentino Ricardo Rodolfo Caillet-Bois fue de los que profundizó el tema.

Chile por un lado y Bolivia y Perú por el otro se enfrentaron dos veces en el Siglo XIX. Una, entre 1836 y 1839, conocida como la Guerra de la Confederación y la segunda, la mencionada, cuatro décadas después, cuando el primero de esos países se quedó con territorios de los otros y de la Argentina, como ya se ha dicho.

Los conflictos se originaron en un decreto de Simón Bolívar del 28 de diciembre de 1825 con motivo de la independencia de Bolivia. “Quedará habitado, desde el primero de enero entrante por puerto mayor de estas provincias, con el nombre de Puerto La Mar, el de Cobija. Se arreglarán allí las oficinas pertenecientes a la hacienda pública”, estableció el Libertador.


Chile, si bien no enfrentó a Bolívar, siempre mantuvo para sí la teoría del uti possidetis contra la del ius possidetis (posesiones por uso o derecho, según uno y otro caso).

Tras vencer a la Confederación Peruana-Boliviana liderada por el mariscal Andrés de Santa Cruz, en 1842, el presidente chileno Manuel Bulnes comenzó a reclamar como propias las reservas de guano y salitre de Coquimbo, Atacama y adyacencias. Atacama le había sido dada por Bolívar a Argentina (que aún no la había ocupado) en canje por Tarija, lugar de los grandes yacimientos de gas.

Chile comenzó su avance, sobre todo desde que a mediados de los años 1850 su economía comenzó a sufrir problemas por el agotamiento del yacimiento de plata de Chañarcillo y la perdida de mercados del Pacifico. Para ello contó con el gobierno corrupto del general boliviano Mariano Melgarejo que cedió la explotación de guano y salitre en las zonas en discusión a una firma chilena.

Esta cedió sus derechos a otra británica por lo que no casualmente las bancas Barrington y Lloyds financiaron a Chile en la Guerra del Pacifico.

El gobierno boliviano siguiente se endureció y pareció decidido a ir a la guerra contra Chile para lo que busco una alianza con el Perú. Este país estaba enredado en un conflicto con Chile por la supremacía del comercio del Pacifico entre los puertos de El Callao y Valparaíso. En esas circunstancias España invadió las islas Chinchas, del Perú.

Este país se rindió lo que hizo reaccionar a Chile. La escuadra española bombardeó entonces Valparaíso, motivando una guerra en la que participaron contra ella Chile, Perú, Bolivia y Ecuador que vencieron a España.

Así Chile desequilibró en su favor el poder en el Pacifico. Bolivia y Perú buscaron el apoyo argentino que les fue dado por el presidente Domingo Faustino Sarmiento, pero rechazado por el Senado que respondía mayoritariamente a los sectores probritánicos del anterior presidente Bartolomé Mitre. De esa manera el tratado de alianza militar de la Argentina con Bolivia y Perú firmado por Sarmiento fue rechazado en eñ Senado a pesar de algunas notables defensas como las de Dardo Rocha, el luego fundador de la ciudad de La Plata.

Ya Bolivia, con sus zigzagueos, había pactado, vía Melgarejo, con Chile la división de la Puna de Atacama, que Bolívar había entregado a la Argentina. Por ello, tras la guerra, Chile devolvió a Argentina la parte ocupada que se había reservado Bolivia, pero retuvo los 20.000 kilómetros cuadrados. Una guerra en la que militó entre los combatientes argentinos que se sumaron a las tropas peruano-bolivianas el luego presidente Roque Sáenz Peña, herido en un combate.

Las concesiones incluyeron la explotación por parte de Chile de los territorios guaneros y salitreros de Bolivia. Chilenos se volcaron en masa hacia esa zona al descubrirse el yacimiento de Caracoles lo que provoco la reacción boliviana.

Bolivia subió los impuestos a los chilenos. Chile ofreció devolver territorios a cambio de impuestos y concesiones. Aquella no acepto la propuesta, apoyada a desgano por Perú, por lo que el 14 de febrero Chile ocupo el puerto de Antofagasta, al que anexó. El primero de marzo Bolivia declaro la guerra a Chile y el 5 de abril ese país hizo lo propio con Bolivia y Perú.

Chile, en su victoria, impuso gravosas condiciones a sus vencidos, incluyendo indemnizaciones a ciudadanos particulares. Bolivia quedo condenada a la mediterraneidad y a la perdida de recursos económicos de gran importancia. Perú, por su parte, perdió una provincia en lo inmediato y de hecho, a la postre, otras dos, y centralmente se quedo sin gran parte del negocio del guano. Aún hoy la cuestión de los límites marítimos chileno-peruanos forma parte de los intríngulis a resolver por el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, Países Bajos. Los gobiernos argentinos, desde Julio Argentino Roca, durante cuyo mandato finalizó la guerra, en adelante, jamás reclamaron por esos 20.000 kilómetros cuadrados, equivalentes a cuatro quintos de la provincia de Tucumán.


- Fernando Del Corro es periodista, historiador graduado en la Facultad de Filosofía y Letras (FFyL) de la Universidad de Buenos Aires (UBA), docente en la Facultad de Ciencias Económicas (FCE) de la UBA en “Historia Económica Argentina” y subdirector de la carrera de “Periodismo económico” y colaborador de la cátedra de grado y de la maestría en “Deuda Externa”, de la Facultad de Derecho de la UBA. De la redacción de MERCOSUR Noticias. www.mercosurnoticias.com

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