marx aguirre ochoa
El cambio climático y sus efectos en la vida de las sociedades es evidente. En la existencia diaria, por las alteraciones en las temperaturas, las precipitaciones y sus consecuencias en el frío y el calor, los ciclones y tsunamis, el ozono, la deforestación, desertificación, extinción de especies y surgimiento de formas de vida que provocan enfermedades nunca vistas, son fenómenos observables que afectan la existencia humana en términos de desarrollo y bienestar.
Los impactos del cambio climático y la vulnerabilidad de las comunidades varían ampliamente, pero se sabe con certeza que el cambio climático actuará sinérgicamente con las vulnerabilidades ya existentes. De esta manera, el cambio climático, según la localización geográfica, actuará reduciendo la disponibilidad del agua, afectando la salud y ampliando la distribución de vectores. Asimismo, los hogares se verán afectados por inundaciones y se pondrá en peligro la seguridad alimentaria, entre otros impactos de igual gravedad.
El cambio climático está intensificando los riesgos y las vulnerabilidades que afectan a los pobres, al imponer una mayor tensión sobre las oportunidades de desarrollo, especialmente debido a la alta dependencia que las poblaciones tienen con el clima y también al potenciar otras actividades que ponen en peligro a las poblaciones, tales como la deforestación, la contaminación y degradación de los sistemas naturales y los servicios ecosistémicos que ellos brindan. Es por esto que las tareas a emprender consisten fundamentalmente en el aumento y fortalecimiento de las capacidades de adaptación de las comunidades pobres.
La adaptación activa de las comunidades pobres a los efectos del cambio climático no podrá lograrse desde una línea de política aislada, sino que deberá integrarse a políticas de desarrollo humano, institucional y financiero, así como de áreas como medio ambiente, energía, economía y bienestar social. El aumento de la resiliencia de los sistemas ambientales y socio económicos al cambio climático será una forma eficaz de alcanzar los objetivos de desarrollo, necesarios para mejorar la calidad de vida de los pobladores más humildes.
Los biocarburantes se han promocionado como la respuesta al cambio climático. Los especialistas dicen que reemplazando los combustibles derivados del petróleo, se puede ayudar a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero los críticos argumentan que se estarían desviando los cultivos alimentarios fuera del alcance de los pobres hambrientos del mundo.
En el corazón de la actual crisis alimentaria se encuentran las políticas y tecnologías agrícolas no sostenibles, la desigualdad en las reglas del comercio exterior, los subsidios agrícolas que distorsionan los mercados, y la marginación sistemática de los pequeños productores. Hay diferentes factores que influyen en los precios de los alimentos y la seguridad alimentaria. En realidad este debate debería realizarse sobre cómo el mundo produce alimentos y su accesibilidad para los diferentes grupos de la sociedad.
De manera similar, el debate acerca de si los biocombustibles son buenos o malos para el medio ambiente no siempre queda claro. No son la solución perfecta o única al cambio climático, pero tampoco deberían desestimarse.
Los temas básicos tendrían que referirse a los esfuerzos deliberados para conservar los equilibrios ambientales, sin afectar la producción y accesibilidad a los satisfactores esenciales para la vida.
Habrá que insistir en que el cambio climático constituye una variable fundamental para el desarrollo justo, que hace imprescindible la concurrencia de todos los actores de la vida colectiva, en una nueva cultura para sobrevivir y vivir a plenitud.
http://www.cambiodemichoacan.com.mx/editorial.php?id=1290
jueves, 26 de febrero de 2009
El cambio climático y desarrollo
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