domingo, 15 de junio de 2008

Antecedentes de la Guerra del Chaco


La región central sudamericana conocida como Gran Chaco se divide de norte a sur en tres regiones: Chaco Boreal, el cual se extiende al norte del río Pilcomayo, el Chaco Central entre el río antes citado y el río Bermejo, y el Chaco Austral, por su parte históricamente se ha considerado como una sola unidad geográfica al Chaco Austral y al Central reunidos bajo el nombre de Gran Chaco Gualamba, mientras que el Chaco Boreal incluye partes de la Chiquitania y del Gran Pantanal. El área disputada entre Bolivia y Paraguay correspondía exclusivamente al Chaco Boreal.


El área que fue disputada entre Bolivia y Paraguay en el Chaco Boreal poseía una extensión de aproximadamente 455.000 km2; la misma hasta fines de la década de los 1930s había permanecido en su mayoría casi despoblada y sin explorar. Está rodeada por el Río Pilcomayo y la Argentina al sur, y por el río Paraguay y la región fértil del centro de Paraguay al este. En el oeste, el Chaco está rodeado por la tierra baja de los Andes de Bolivia y al norte por las regiones selváticas del Brasil y Bolivia. La región está cubierta por matorrales copiosos y árboles como el quebracho, y el potencial para la agricultura tradicional era pobre. La mayor parte del año el clima es caliente y seco y es sede de una impresionante variedad de serpientes venenosas e insectos portadores de enfermedades. El agua dulce es sumamente escasa en las zonas centrales del Chaco Boreal y los pocos pozos y lagos en la región adoptaron una importancia central estratégica en las campañas de la guerra. Durante el invierno hay una temporada de lluvia de corta duración en la que los pocos caminos, que son senderos polvorientos durante la mayor parte del año, se convierten en ciénagas intransitables. Es una de las regiones más inhóspitas del mundo para librar una guerra intensa.


Controversias limítrofes

Las controversias sobre la soberanía del Chaco Boreal comenzaron con la ambigüedad con la que España trazaba los límites administrativos en su imperio colonial. Esto tendría sus consecuencias desde la independencia del Paraguay de la Corona Española en 1811; casi de inmediato se hicieron sentir las presiones portuguesas por anexarse el territorio de la nueva república. A raíz de esto, el nuevo gobierno paraguayo comenzó de inmediato la construcción de fortalezas sobre el río Paraguay para contener el avance de los bandeirantes, mercenarios al servicio de la corona de Portugal. Una en particular fundada ya a fines de la colonia española y administrada desde Asunción (Fuerte Borbón, hoy Fuerte Olimpo) fue construida en el alto Chaco Boreal, donde desde entonces se asentaron las tropas paraguayas, efímero fue el fuerte de Itapacú ubicado en la "huella" o pista que iba desde Fuerte Olimpo hasta Santa Cruz de la Sierra pasando por la reducción de San Ignacio de Zamucos (también efímera y de jurisdicción muy imprecisa entre la Real Audiencia de Charcas y el Cabildo de Asunción).

Bolivia intentó hacer valer su derecho a partir del criterio del uti possidetis iure de 1810 (el correspondiente al statu quo que encontró el primer movimiento emancipador exitoso en Hispanoamérica: la Revolución de Mayo) y al independizarse Bolivia (1825), reclamó el territorio de la Real Audiencia de Charcas, que comprendía el Chaco Boreal, entre otros territorios. Sin embargo España también había otorgado en tiempos coloniales jurisdicción al cabildo de Asunción del Paraguay en la región hasta los ríos Parapetí y Yaurú, por lo que evidentemente se traslapaban los reclamos bolivianos y paraguayos en la región.

Negociaciones fallidas

Desde principios del siglo XX se firmaron varios tratados entre Paraguay y Bolivia, en los que la mediación de otros países limítrofes buscó evitar el conflicto armado; ninguno de ellos, sin embargo, obró efectos duraderos, ya que no lograron armonizar los intereses de ambos firmantes. Bolivia resucitó unas antiguas reclamaciones de tierras que datan de la época colonial española y que colocaron al Chaco bajo la soberanía del Virreinato del Perú y heredado por Bolivia. Paraguay podía hacer reclamos sobre el Chaco con base a reales cédulas del siglo XVI cuando Paraguay formaba parte del Virreinato del Río de la Plata.
Paralelamente a las conversaciones diplomáticas, Bolivia comenzó en 1905 a asentar pequeños destacamentos, llamados "fortines", en la zona disputada del Chaco, siguiendo la margen norte del río Pilcomayo, y por otro lado hacia el río Paraguay, buscando control de las escasas fuentes de agua dulce del Chaco. Debido a que las napas freáticas menos profundas y la mayoría de las escasas surgentes del Chaco contienen sal y otros minerales (especialmente arsénico) en proporciones que la hacen no potable, el dominio sobre las surgentes potables suponía el control efectivo del territorio.
La reacción paraguaya se hizo esperar, entre otras razones, por la inestable situación del país. Sujeto desde 1904 a una sucesión de golpes de estado, revoluciones y guerras civiles; las cuestiones territoriales ocuparon un segundo plano respecto al ordenamiento institucional.
Las negociaciones entre Bolivia y Paraguay duraron muchos años con Paraguay ofreciéndole a Bolivia un puerto libre en el río Paraguay pero rehusándose a ceder su reclamo u ocupación actual de gran parte del Chaco Boreal. Bolivia no se conformó con nada menos que la propiedad total de toda la región. Para Bolivia, adueñarse del Chaco era motivo de orgullo nacional y necesidad económica. Para Paraguay la situación era diferente. A Paraguay le había tomado dos generaciones recuperarse de la devastación de la Guerra de la Triple Alianza. Perder otro trozo grande de su territorio reduciría a Paraguay a tan sólo un tercio del territorio que había pretendido cuando logró la independencia de España en 1811. Durante la década de los años 1920, Bolivia y Paraguay fortificaron sus fuerzas armadas para la guerra.

Petróleo

Entre 1927 y 1928, técnicos de la compañía estadounidense Standard Oil, con sede central en Nueva Jersey, descubrieron petróleo en la zona occidental del Chaco, en las estribaciones de los Andes. Comenzó a sospecharse que los yacimientos se extendían hacia el este, ya en territorio paraguayo (donde los derechos de exploración eran propiedad de la Royal Dutch Shell, anglo-holandesa). Y además, volvió a cobrar importancia el tema de la salida al mar de Bolivia, dado que, de no contar con ella, la única manera de exportar el crudo sería a través de la Argentina. Aquí está la razón principal de los alineamientos en el conflicto: si Bolivia contaba con una salida (aún indirecta) al Atlántico, el control de la exportación del petróleo quedaba en sus manos (y en las norteamericanas) en detrimento de los intereses británicos y de sus aliados en el establecimiento argentino.

La posibilidad de que el Chaco flotase sobre un mar de petróleo hizo que el presidente paraguayo José Guggiari adoptara una postura intransigente, negándose a negociar. La crisis se agravó el 6 de diciembre de 1928, cuando hubo un enfrentamiento entre patrullas de los ejércitos de ambos países. Una mediación de la Sociedad de las Naciones (la antecesora de la Organización de las Naciones Unidas) no logró grandes resultados.


Hacia la guerra

En 1931, en Bolivia resultó electo Daniel Salamanca, partidario de un nacionalismo orgulloso y agresivo, ansioso de sepultar en el olvido el poco brillante pasado militar de su patria. En Paraguay, el presidente Eusebio Ayala (1932-1936) tuvo que adoptar una posición firme por presión de sus mandos militares. En 1930, Bolivia contaba con una población de tres millones, en comparación con una población de un millón de Paraguay, y la economía boliviana, apoyada por sus ricas minas de plata y estaño, era tres veces más grande que la economía paraguaya que se basaba en la ganadería, aceite de palma y cultivo de algodón.

Hacia fines de 1931 empezó una carrera armamentística entre los dos países. Ya en la década de los años 1920 ambos países modernizaron su armamento, sobre todo Bolivia que poseía en aquellos momentos una de las mejores fuerzas aéreas del continente. Eventualmente el ejército paraguayo comenzó a tomar posesión del territorio al oeste del río Paraguay, estableciendo pequeños fortines y tratando de encontrar y controlar las fuentes de agua dulce. Bolivia inicio el mismo proceso. La situación era propicia para que, tras el encuentro de las fuerzas, se iniciaran abiertamente las hostilidades.

En 1928, tropas paraguayas tomaron el fortín boliviano Vanguardia, matando a seis soldados, mediante violenta acción de caballería, después de incendiar el fortín se retiraron. La reacción boliviana no se dejó esperar, tomándose el fortín paraguayo Boquerón, en represalia. La Sociedad de Naciones declaró a Paraguay «país agresor», obligándole a reconstruir el fortín boliviano, a cambio del abandono de Boquerón por la parte boliviana.
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