jueves, 12 de junio de 2008

La madre de todas las guerras

POR IGNACIO ARANA ARAYA

MADRID. Si el planeta sigue su curso hasta llegar a los 9.075 millones de habitantes de aquí al año 2050, como proyecta Naciones Unidas, es altamente probable que proliferen los problemas políticos derivados de un mundo cada vez más poblado con unos recursos cada vez más limitados. La escasez de agua y petróleo, el alza en los precios de los alimentos básicos y los crecientes movimientos migratorios causan ya conflictos que amenazan con intensificarse en el futuro próximo.
El problema que ocupa la actualidad internacional son los alimentos. La escasez de reservas y el alza sin precedentes en los precios de los productos agrícolas -los más altos de los últimos 50 años- han llevado a la ONU y al Banco Mundial a activar una alerta mundial ante el «tsunami silencioso» del hambre en camino.


Según el Fondo para la Agricultura y la Alimentación (FAO) de la ONU, en los últimos nueve meses los precios de los alimentos básicos -como el trigo, el arroz, el maíz y la soja- crecieron un 45% de media. Una situación que ha creado fuertes protestas sociales en países tan distantes entre sí como Marruecos, Mauritania, Camerún, Argentina, México, Haití, Australia, Camboya, Filipinas y Bangladesh.
«Reto sin precedentes»
El alza de precios de la comida agrava si cabe el hervidero del hambre en el mundo. Según la FAO, existen 820 millones de seres humanos crónicamente hambrientos. Asimismo, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) sostiene que mueren cada año 10 millones de personas por causas vinculadas al hambre. Ambos organismos han difundido informes dramáticos para solicitar donaciones urgentes por 1.575 millones de euros para paliar la crisis. Según el presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick, nada menos que la supervivencia de 2.000 millones de personas está amenazada, mientras que para el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, el mundo está ante un «reto sin precedentes».
El principal problema al que se enfrentan las agencias humanitarias es que el desafío sólo puede ir en aumento, ya que el crecimiento demográfico previsto se concentra en las zonas más pobres del planeta. Los inciertos efectos del cambio climático, además, impiden predecir los contornos del futuro con exactitud.
El último informe del Fondo de Población de la ONU (UNFPA, por sus siglas en inglés) revela que cada año se suman con sus lloros unos 76 millones de nuevos bebés -de los cuales, 20 millones pesan al nacer menos de lo recomendado-. Así, en sólo 42 años, el globo sumaría unas 2.500 millones de personas, el mismo número que poblaba el orbe en 1950. Según UNFPA, unos 2.800 millones de personas viven con menos de dos dólares diarios. Se prevé que los 50 países más pobres triplicarán su población de aquí al 2050, haciendo que el 86,5 por ciento viva en el lado menos desarrollado del mundo.
Según el experto estadounidense Michael Clareen, las guerras civiles en Sierra Leona, Angola y la República Democrática del Congo se han visto exacerbadas por disputas sobre los recursos minerales y forestales. Así, en el mundo se han eliminado casi la mitad de los bosques que existían originariamente, y tres cuartas partes de las existencias piscícolas se han agotado o excedido sus límites sostenibles. Pero son los codiciados hidrocarburos los que mayor relación tienen con la guerra. Según un artículo de Michael L. Ross, profesor de la Universidad de California Los Ángeles, publicado en el último número de «Foreign Affairs», los países productores de petróleo «albergan un tercio de las guerras civiles en el mundo, frente a un quinto en 1992».
La invasión de Irak por Estados Unidos; la presencia de Washington en países centroasiáticos ricos en gas y petróleo como Kazajastán, Kirguiztán y Uzbekistán; los conflictos en los nuevos productores como Sudán y Nigeria; y las tensiones estratégicas entre proveedores y consumidores de hidrocarburos (como entre Rusia y la Unión Europea, entre Chile y Argentina, o entre el Gobierno venezolano y distintas empresas multinacionales) indican las relaciones peligrosas entre guerra y petróleo.
Unos 1.400 millones de personas padecen escasez de agua, pero en 16 años podría afectar a entre 2.400 y 3.400 millones de personas, según la ONU. El agua es la causa de tensiones políticas entre Egipto, Sudán y Etiopía por el curso del Nilo. Asimismo, los ríos Tigris y Éufrates distribuyen cizaña además de agua potable entre Turquía, Irak y Siria, mientras que los afluentes del río Indus generan roces entre India y Pakistán. El río Jordán, en tanto, altera la relación entre Líbano, Siria, Jordania, Israel y los territorios palestinos.
Migraciones masivas
El agotamiento de recursos, al igual que la pobreza y la falta de oportunidades, es también un motor poderoso para las migraciones masivas. Los cálculos de la ONU estiman que las regiones más desarrolladas recibirán 2 millones de inmigrantes anuales de aquí al 2050, siendo EE.UU., Alemania, Canadá y Reino Unido los destinos principales, y China, India y México los mayores exportadores.
La analista del World Policy Institute, Michelle Wucker, asegura que la migración desordenada puede causar «pobreza, terrorismo, mortandad, violencia interétnica, problemas de contaminación y degradación de la naturaleza». Más optimista, Joseph Chamie, ex director de la División de Población de la ONU, cree que el avance de las tecnologías permite desarrollar soluciones alternativas a esta creciente escasez de recursos.

www.abc.es/20080602/internacional-internacional/madre-todas-guerras_200806020328.html

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