Enorme y bien orquestada operación de guerra psicológica perpetrada por la administración y el Pentágono
Max J. Castro
La administración Bush ha enredado muchas cosas, desde la guerra de Iraq hasta el huracán Katrina.Sin embargo, hay un área en la que Bush y su gente han tenido, al menos, un éxito limitado:
los Comentaristas que aparecen en televisión bajo el disfraz de "analistas" militares imparciales, con el fin de conformar la presentación de la guerra en los medios.
manipulación de la opinión pública, en especial en cuanto a la "guerra al terror".
En relación con esto, la venta de la guerra de Iraq exacerbando los temores y canalizando la indignación del pueblo norteamericano después del 11/9 fue un tour de forcé. Gran parte de los medios más importantes colaboraron en esta tarea, de una manera u otra, al no examinar las dudosas aseveraciones de la administración, imprimiendo la propaganda como si fueran hechos, insertando a sus reporteros en las tropas norteamericanas, adoptando el lenguaje oficial, y alentando desvergonzadamente. Aunque hasta en los medios principales siempre ha habido periodistas individuales que cuestionaron la versión de la administración, en general la complicidad de los medios en la guerra comenzó a flaquear solo cuando la debacle de Iraq se hizo demasiado evidente como para ignorarla.
Ahora, una nueva investigación de The New York Times ha revelado una insultante campaña de la administración Bush, previamente no reportada, para influir la opinión pública acerca de Iraq y la guerra al terror a través de los medios. ("Maquinaria de Mensajes tras los Analistas, La Mano Oculta del Pentágono", por David Barstow, 20 de abril de 2008.)
El artículo del Times detalla cómo la administración y el Departamento de Defensa han usado y continúan usando a comentaristas que aparecen en televisión bajo el disfraz de "analistas" militares imparciales, con el fin de conformar la presentación de la guerra en los medios.
Basándose en largas entrevistas, el Times descubrió una enorme y bien orquestada operación de guerra psicológica perpetrada por la administración y el Pentágono. Sin embargo, en este caso los objetivos de la operación de guerra psicológica no fueron los ciudadanos de un estado enemigo, sino el pueblo norteamericano.
He aquí lo esencial del artículo presentado en la edición en The New York Times:
"Para el público, estos hombres son miembros de una fraternidad familiar, presentada decenas de miles de veces en televisión y radio como 'analistas militares' cuyo largo servicio los ha equipado para brindar juicios autorizados y sin restricciones acerca de los temas más urgentes del mundo posterior al 11 de septiembre.
"Sin embargo, tras esa apariencia de objetividad, hay un aparato de información del Pentágono que ha utilizado a esos analistas en una campaña para generar una cobertura noticiosa favorable acerca del desempeño de la administración en tiempos de guerra…”.
A fin de garantizar que los oficiales militares retirados usados como analistas por las cadenas de televisión y canales por cable sigan sus instrucciones, la administración no solo ha utilizado la autorización o negativa de acceso o sus funcionarios y a la información —una herramienta usada con frecuencia para influir en los reporteros— sino también una poderosa arma financiera. "La mayoría de los analistas", reporta The New York Times, "tienen vínculos con contratistas militares con intereses en las mismas políticas de guerra que se les pide que comenten en vivo."
Las conclusiones de la investigación del Times, que utilizó tanto material de archivo como entrevistas, revelan las interioridades de una campaña propagandística que el periódico describe como que aún está en curso. Lo siguiente son citas textuales:
…la administración Bush ha usado su control como el acceso y la información en un esfuerzo por transformar a los analistas en una especie de caballos de Troya mediáticos –un instrumento destinado a conformar la cobertura del terrorismo desde dentro de las más grandes cadenas de radio y TV.
…los analistas militares representan a más de 150 contratistas militares, ya sea como cabilderos, altos ejecutivos, miembros de juntas y asesores.
…Entre las compañías se incluyen a pesos pesados de la defensa, pero también a veintenas de compañías más pequeñas… que luchan por cientos de miles de millones de dólares en negocios con los militares, generados por la guerra al terror de la administración.
… A los analistas se les ha camelado en cientos de reuniones privadas de información con altos líderes militares, incluyendo a funcionarios con influencia significativa en asuntos de contratación y presupuestos…
A su vez, miembros de este grupo se han hecho eco de los argumentos de la administración, incluso a veces cuando han sospechado que la información era falsa o exagerada.
Los registros revelan una relación simbiótica en que las usuales líneas divisorias entre el gobierno y el periodismo han sido borradas. Documentos internos del Pentágono se refieren repetidamente a los analistas militares como "multiplicadores de la fuerza del mensaje", o "sustitutos" en los cuales se puede depender para que comuniquen los "temas y mensajes" de la administración "bajo la forma de sus propias opiniones".
Este reciente intento que ha orquestado la administración Bush para conformar y distorsionar la percepción pública de las realidades de las guerras es uno de los más escandalosos. Sin embargo, aunque horroroso, realmente no sorprende, dados los antecedentes del régimen de Bush-Cheney. No obstante, la pregunta que surge como resultado de estas nuevas revelaciones es: ¿dónde estaban los medios --durante esa campaña de desinformación repleta de conflictos de interés y otras trasgresiones que a menudo sirven como su alimento-- cuando todo esto estaba sucediendo debajo de sus narices? ¿Cómo no pudieron ver la historia de esta colosal campaña de propaganda contra el pueblo norteamericano y a través de ellos mismos? ¿Cuál es su explicación?
Se reduce a la misma razón que la mayor parte de los medios trató de usar para explicar por qué no informaron al público acerca de las grandes contradicciones en la débil argumentación de la administración para atacar a Iraq: ignorancia. Según el Times, "…algunos funcionarios de las cadenas… reconocieron solo una comprensión limitada de la interacción de sus analistas con la administración".
Es una excusa muy pobre. Pero quizás haya otra explicación. Quizás muchos en los medios principales aún están dispuestos a mirar hacia el otro lado cuando se les embute con propaganda, por temor a ser caracterizados de liberales o antipatriotas. Quizás también algunos conductores de noticieros y reporteros han estado demasiado ocupados descubriendo noticias tan trascendentes como la manera en que los candidatos sienten su fe o por qué Barack Obama no usa una banderita en la solapa, y por eso no pueden darse cuenta del enorme Caballo de Troya entre ellos.
La buena noticia de esto es que toda la perfidia y habilidad de la administración y toda la connivencia de algunos sectores de los medios no han podido evitar que la mayoría del pueblo de este país se den cuenta de las mentiras de la administración, aunque solo fuera tardía y parcialmente. Según una nueva encuesta de Washington Post/Noticias ABC, seis de cada diez norteamericanos rechazan ahora la versión oficial de Bush de que ganar en Iraq es necesario para combatir exitosamente al terrorismo. La mala noticia de esto es que, parafraseando a Donald Rumsfeld, si los medios informan acerca de una campaña presidencial o acerca de la guerra, uno no recibe la información que quisiera tener.
(Fuente: Progreso Semanal/ La Jiribilla)
www.cubaperiodistas.cu
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