martes, 27 de mayo de 2008

crece tension entre caracas y el eje bogota-washington


Roberto baldini

El avión Viking S-3B, fabricado por Lockheed, es uno de los modelos utilizados por la Marina de Estados Unidos porque opera desde portaaviones, tiene una autonomía de vuelo de 4 mil kilómetros y puede localizar y destruir submarinos. Fue un S-3B el que violó el espacio aéreo venezolano el sábado 17 de mayo al sobrevolar La Orchila, una isla de 40 kilómetros cuadrados en el Caribe.

En las inmediaciones del lugar están prohibidas la pesca y las actividades turísticas desde la década del ‘50 porque hay un destacamento militar al que sólo tienen acceso el presidente de Venezuela y altos funcionarios del gobierno.

El avión, según informó por radio el piloto a las autoridades venezolanas, había partido de la isla de Curazao, dominio holandés ubicado a sólo 50 kilómetros de la costa norte de Venezuela. Allí funciona desde 1999 una base aérea de Estados Unidos perteneciente a las llamadas FOL (Forward Operating Locations = Puestos de Operación Avanzada). La misión inicial de estas instalaciones era el monitoreo satelital del tránsito clandestino de drogas, pero rápidamente se dedicaron a recolectar datos de inteligencia sobre fuerzas insurgentes, tráfico de armas y terrorismo.

La creación de los Puestos de Operación Avanzada fue resultado de un proyecto presentado en 1998 por Barry McCaffrey, entonces director de la Oficina Nacional de Control de Drogas de Estados Unidos, para suplantar a las bases militares norteamericanas del Comando Sur (Southcom) que debían abandonar la Zona del Canal de Panamá al año siguiente. Actualmente las FOL están consideradas como “una fuerza con movilidad estratégica en guerras relámpago, con tropas aerotransportadas de despliegue rápido”.

El 4 de junio de 1999, el diario colombiano El Espectador divulgó un documento confidencial del Departamento de Estado que explicaba la nueva estrategia: “Con el fin de no desviar las misiones que en principio se concentrarán en labores antinarcóticos y con el propósito de evitar polémicas internacionales y en el propio Congreso, los trabajos militares y de inteligencia contra las FARC y el ELN, principalmente, se enmarcarían en su status de ‘narcoguerrilleros’. [...] Las nuevas bases antinarcóticos localizadas en Ecuador, Aruba y Curazao serán puntos estratégicos para vigilar muy de cerca los pasos de la guerrilla y sus continuas incursiones hacia Venezuela, Panamá, Brasil, Perú y Ecuador”.

La violación del espacio aéreo del sábado se produjo al día siguiente de que 60 soldados colombianos del Batallón Especial Energético y Vial Nº 1, al mando de un subteniente, traspasaran 800 metros de la línea fronteriza con Venezuela. El ministro de Defensa venezolano, Gustavo Rangel, definió el hecho como “un eslabón más en la cadena de provocaciones en la que se quiere envolver a nuestro país”.

Existen 14 bases estadunidenses repartidas en diez países latinoamericanos: Aruba y Curazao (Antillas Holandesas), Manta (Ecuador), Comalapa (El Salvador), Palmerola (Honduras), Liberia (Costa Rica), Larandia, Puerto Leguizamo y Tres Esquinas (Colombia), Iquitos y Nanay (Perú), Mariscal Estigarribia (Paraguay), Guantánamo (Cuba) y Vieques (Puerto Rico).

Según datos del Pentágono, hay más de 735 instalaciones militares norteamericanas en 130 países. El Comando Sur opera desde Key West (Florida) y dispone en América Latina de una dotación de empleados que supera a la suma del personal de los Departamentos de Estado, Agricultura, Comercio, Defensa y Tesoro.

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