lunes, 30 de marzo de 2009

Dejad que los robots hagan la guerra

ESTEBAN VILLAREJO

Conocido como «Desafío Darpa» -por el acrónimo de la agencia de investigación del Departamento de Defensa que lo auspicia (Defense Advanced Research Projects Agency)-, este certamen de ingeniería se enmarca dentro de un modelo de «nueva guerra» que EE.UU. se ve obligado a implantar en unos campos de batalla cada vez más difusos, asimétricos y sin ejércitos convencionales: esa nueva guerra es la «guerra robot».

La misión fue encomendada en 2001 por el Congreso de Estados Unidos, que «retó» al Departamento de Defensa a implantar robots en un tercio de la flota de vehículos de guerra para el año 2015. Irak y Afganistán se han convertido en escenarios bélicos donde ensayar esa nueva doctrina militar.

Reducir el número de bajas

El «Dragon Runner» será uno de esos robots indispensables en la mochila del nuevo soldado. El Pentágono ya experimenta con él en Irak. Su principal cometido es la exploración de edificios y calles en combates de guerrilla urbana. Del tamaño de un ordenador portátil, el «Dragón Runner» capta imágenes y conversaciones del enemigo, y también puede llevar explosivos.
«El riesgo potencial de bajas de nuestros soldados se reduce drásticamente con este robot», aseguran a ABC fuentes de la agencia de investigación del Departamento de Defensa de EE.UU.
Si hay una guerra donde el robot ya no es ciencia-ficción sino un soldado más, esa es la denominada «guerra de Obama»: el frente «Af-Pak», en cuyo primer escenario (Afganistán) hay desplegados 62.000 soldados de 42 países bajo el mando de la misión de la OTAN. Las aeronaves sin tripulación se han convertido en una de las principales armas empleadas por el Ejército de EE.UU. en su objetivo de eliminar insurgentes talibanes o terroristas de Al Qaida localizados en la laberíntica y difícil orografía afgana, sobre todo en la frontera con Pakistán.
Si hay una guerra donde el robot ya no es ciencia-ficción sino un soldado más, esa es la denominada «guerra de Obama»

Los «Predator» -cuyas primeras intervenciones experimentales se realizaron en los conflictos de la ex Yugoslavia- tuvieron la misión inicial (y fallida) en Afganistán de buscar a Osama bin Laden. A esta misión se incorporó la capacidad de ataque con la posibilidad de lanzar bombas guiadas por láser.

Kymberly Kasitz, de General Atomics Aeronautical -empresa fabricante de los «Predators»-, relata cómo el mes de febrero en una operación en Irak, este tipo de aviones sin tripulación alcanzó la hora de vuelo 500.000 desde su puesta en marcha por el Ejército de EE.UU en 1994. «En los últimos dos años, los aviones «Predators» empleados por la US Air Force han doblado sus horas de vuelo con una media de 20.000 al mes», aclara el director de comunicación de la empresa estadounidense al tiempo que ofrece quizá el datos más revelador sobre la nueva estrategia robot de EE.UU. en Afganistán: «El 87% de las horas de vuelos son ya misiones de combate»... y sin un solo piloto. EE.UU. cuenta ya con 200 de estos aparatos mientras baraja la posibilidad de recortar el proyecto del caza F-22 «Raptor» (tiene piloto).

El ejemplo de los «Predators» es el que sirve a uno de los «blogs» de defensa más prestigiosos de EE.UU. («Danger Room») para hacerse la siguiente pregunta: «¿Tenemos una guerra (robot) en Pakistán?», país que el presidente Barack Obama ha incorporado en su nueva estrategia contra los talibanes. La conclusión es que en ese escenario sí que se puede hablar ya de una guerra mayoritaria sin soldados.

De «Yo robot» al «Big Dog»
Sin embargo, el empleo de los robots en las guerras -otro de los proyectos reclutado para Afganistán es el «Big Dog», un robot cuadrúpedo- implica un dilema moral pues convierten las guerras en mucho más inhumanas si cabe, según aseguran sus detractores, que rescatan la primera de las tres leyes de la robótica que el bioquímico y escritor Isaac Asimov expusiera en su obra «Yo Robot»: «Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que sufra daño».

No comen, no beben, no temen, no se cansan, no duermen, no se quejan... ¿Son los soldados perfectos? ¿Y si un día estos nuevos soldados se rebelaran? Interrogantes a los que el Departamento de Defensa de EE.UU. también trata de dar solución a pocos kilómetros de Hollywood, en el desierto de California.

http://www.abc.es/20090330/internacional-europa/dejad-robots-hagan-guerra-20090330.html

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