martes, 3 de marzo de 2009

Negocio para pocos, hambre extrema para muchos


Astrid Barnet
Colaboradora de Radio Rebelde
2 de Marzo de 2009, 12:20 p.m.

La Habana, Cuba.- El petróleo… ¿continuará descendiendo? Para los países económicamente dependientes de su producción, la pregunta es inquietante, para los grandes exportadores de crudo, la situación es crítica, como por ejemplo para Christopher de Margerie, director general de la corporación francesa Total, quien afirmó recientemente a medios de prensa que "un barril demasiado barato podría incitar a muchas empresas del sector a suspender sus inversiones".

. ¿Un nuevo camino energético?
El petróleo es el principal recurso energético en donde se apoyó la matriz industrial de la sociedad capitalista actual, y el mundo, tal como lo conocemos y concebimos hoy en día, funciona gracias al Oro negro que se extrae de sus entrañas. Y, aunque actualmente, los agrocombustibles se presentan como la solución más inmediata, existen formas alternativas y menos contaminantes.

Expertos en energía alternativa del grupo ecologista Greenpeace publicaron recientemente un estudio sobre la situación energética global, en base a análisis e investigaciones realizadas por Stockholm Environment Institute –Boston (SEI –B). Dicho estudio concluyó con que “…la utilización de petróleo y de otros combustibles fósiles será abandonada completamente dentro del presente siglo, al igual que la energía nuclear”. Y afirma además que “una combinación de mejoras básicas en la eficiencia energética en todos los sectores, incluida la introducción de un rango de energías renovables, conduce a reducciones muy significativas en el impacto ambiental de los combustibles fósiles, sin ningún colapso económico”.

Para muchos analistas la tesis de Greenpeace constituye una prueba de que un futuro energético sin combustibles fósiles y sin energía nuclear podría hacerse realidad…Las opciones tecnológicas están ya disponibles y tal transición no implica colapso económico alguno.

Para algunos analistas –entre ellos los de Greenpeace--, el abandono de los combustibles fósiles se podría alcanzar mediante importantes mejoras en la eficiencia energética, especialmente en los sectores del transporte y eléctrico. El promedio de eficiencia de un automóvil en los próximos 40 años, por ejemplo, se incrementaría del actual 13,8 litros/100 km a más de 3,6 litros/100 km, a la vez que el promedio de eficiencia en la generación de energía se duplicaría mediante la cogeneración, turbinas de ciclo combinado y celdas de combustibles.

Se plantea asimismo que por cada diez años de retraso en implementar las reducciones en los combustibles fósiles, el mundo incrementa en 0,4ºC la temperatura global.

En suma, la rápida introducción de energías renovables --como el viento, el sol y la biomasa--, constituyen el fundamento para el abandono de los combustibles fósiles. Incluso, algunas de estas tecnologías renovables, como la eólica, las centrales hidroeléctricas de baja escala y los combustibles orgánicos, son actualmente competitivas en costos.

Aunque algunos países se han comprometido a reducir el CO2 entre un cinco y un 25% en los próximos años, esto es absolutamente insuficiente para enfrentar el conjunto de impactos producidos por los combustibles fósiles. Entre ellos el cambio climático, la lluvia ácida y los derrames de petróleo, entre otros.

En lo que respecta al continente Americano, las primordiales fuentes energéticas provienen de los combustibles fósiles: carbón, petróleo y gas. Datos de Organización Latinoamericana de Energía (OLADE), constatan que la región cuenta con reservas de crudo para los próximos 35 años, reservas de gas natural para los próximos 32 años y únicamente ha utilizado un 26 por ciento de su potencial hidrológico.

En lo que concierne al petróleo, la región cuenta con países que se podrían ubicar en tres situaciones diferentes. En primer lugar se encuentran los considerados productores y exportadores; en segundo lugar, aquellos que son productores y que se autoabastecen y, en tercer lugar, aquellos que tienen necesidad de importar petróleo para autoabastecerse o porque no son productores de dicho material.

En la primera franja se ubican las naciones exportadoras, entre ellas Venezuela, que cuenta con el 6,8 por ciento de las reservas mundiales, esto es 80 000 millones de barriles, lo que la hace la sexta nación más rica en crudo, luego de Arabia Saudita, Irán, Irak, Kuwait y Dhabi. No obstante, esta estadística está conformada con las reservas probadas de crudos livianos. Si se suman las existencias de crudos pesados y extrapesados --más difíciles de producir-- esa nación se ubica en el primer lugar, con 236 000 millones de barriles estimados.

Cabe destacar que México y Venezuela juntos concentran el grueso de las reservas disponibles en América Latina. Aunque el país azteca --confirman cifras del Real Instituto Elcano-- representa el 1,4 por ciento de las reservas a nivel mundial en comparación con el 3,9 por ciento de Venezuela.

Tras la gira del ex presidente norteamericano George W. Bush por algunos países latinoamericanos el pasado año, los agrocombustibles o biocombustibles están presentes en la agenda energética regional de varios gobiernos del continente.

Desde entonces este modelo de agricultura industrial se expande en casi toda la nación sudamericana marcando profundos cambios sociales, económicos y ambientales con serias restricciones a la sostenibilidad de todo el sistema urbano, rural, ambiental y de logística. Así, la transformación y sustitución de actividades productivas tradicionales, la llegada de nuevas tecnologías, el desplazamiento de cientos de miles de pequeños y medianos agricultores, no sólo impactan al sector rural, sino que también involucran a los pueblos y ciudades ubicados en la llamada planicie Chaco-Pampeana. También están siendo afectadas otras eco-regiones como la selva de Yungas y la selva Misionera.

En suma, lo que se hace ahora en lugares como Santiago, Tucumán, Salta, Chaco, Formosa y Misiones es ocupar un territorio sin colonizarlo planificadamente ennombre de“un gran avance tecnológico”, partiendo de una idea cautelosa y siniestra de convertir los alimentos en combustibles como línea económica de la política exterior de Estados Unidos y de la culta Europa.

Decidir si inyectar comida en los tanques de combustible de 800 millones de automóviles o hacerla más accesible para los estómagos de prácticamente más de 3 000 millones de seres humanos resulta un problema insoslayable que muchos gobiernos no están analizando con seriedad y raciocinio.

La aparente mejora en la disminución de los efectos de gases de efecto invernadero, al reducirse la inyección de CO2 a la atmósfera cuando se pasa de combustible fósil a biocombustible, excluye por completo el análisis de los efectos de transformación de la industria petrolera para la producción de nuevos agroquímicos, fertilizantes y demás insumos. Existen modelos alternativos que, dogmáticamente, se niegan o a los que se les quita apoyo institucional y cuya expansión no tendrían estos efectos sobre la sociedad y el medio ambiente.

Otro problema también a tener en cuenta es el relacionado con el precio de los alimentos. Si los precios de las materias primas para fabricar biocombustibles continúan subiendo (maíz, soja y muchos otros) se producirá, y ya esta sucediendo, una fuerte competencia entre las agroindustrias de alimentos y la agroenergética, lo que redundara en la inaccesibilidad alimentaria de una buena parte de la población.

Asimismo, los modelos de producción agrícola intensiva están acorralando a aquellos de base agrícola familiar y de rápido consumo local pues hay que recordar que, en la práctica, el 50 por ciento o más de los alimentos en América Latina provienen de este tipo de producciones familiares.

Corroborado está que los coeficientes de insumo producto de la agricultura industrial son siempre más bajos que aquellos de la agricultura sostenible y que, por supuesto, energías alternativas (solar, eólica, hídrica, hidrógeno, biomasa) pueden ser un camino a la crisis energética, surgida como resultado del sobreconsumo de las naciones ricas.

En lo que respecta a la generación de energía eólica en América Latina, Argentina, Brasil y México son algunos de los países que más invierten en la producción de esta fuente energética para satisfacer las necesidades de consumo de su población.

La utilización de este tipo de energía tiene grandes ventajas al no generar emisiones de carbono, ni de los denominados gases de efecto invernadero, no provocar contaminación atmosférica ni tampoco recurrir a la combustión o fusión de combustibles.

¿Cuál será el futuro energético de la sociedad global? Indiscutiblemente que este es un problema mundial y que existen soluciones alternativas que podrían evitar la contaminación ambiental y su impacto en la supervivencia del Planeta. Mas lo inmediato en estos momentos sería realizar un llamado urgente a la cordura de algunos gobiernos, en especial a los de las naciones altamente industrializadas. Más pobreza y destrucción ambiental constituyen más que un negocio para pocos, hambre extrema para muchos.

http://www.radiorebelde.cu/noticias/comentarios/comentarios1-020309.html

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