lunes, 30 de marzo de 2009

Tercera guerra del Congo

Mónica Salas Corrigan

La República Democrática del Congo, el corazón de África, en la zona de los Grandes Lagos, es el tercer país más grande del continente. Aquí los niños no se levantan cuando suena el despertador del móvil para ir al colegio ni pasan las tardes enganchados a cualquier videojuego en el ordenador o la consola. Aquí el mundo es diferente, los niños se levantan antes del amanecer para ir a la mina y arrastrarse en busca de coltán, cobre, estaño y cobalto. Estos niños son menores de edad y la mayoría sufren una grave malnutrición. Apenas cobran un dólar al día, pero esta explotación es el único modo que tienen para subsistir. Lo más irónico es que el coltán (o colombio-tántalo) que sacan con sus propias manos es un mineral fundamental para la construcción de los nuevos y sofisticados aparatos tecnológicos como los teléfonos móviles o los ordenadores de última generación. Esos que usan los niños de aquel mundo tan diferente y tan lejano del que ellos conocen, donde las grandes multinacionales no pierden el tiempo para hacerse con las reservas de este valioso mineral. Por eso todos corren, porque el 80% de las reservas mundiales se encuentran en la RDC.

Imaginense, una carrera entre los más ricos y poderosos: Nokia, Ericsonn, Siemens, Sony, Bayer, Intel, Hitachi, IBM y muchas otras compiten desesperadamente. Pero cómo no, los medios no importan, sólo el fin. Como en el Congo ya ha habido dos guerras, un genocidio, un dictador cleptócrata (Mobutu Sese Seko) y cientos de conflictos étnicos y territoriales agravados por la situación de los paises vecinos como Ruanda, Uganda, Burundi, Sudán o Angola, ahora estos grandes depredadores pueden justificar cualquier acción apoyándose en los problemas que el país viene teniendo desde hace años. Al fin y al cabo, quién lo va a notar.

En 1997 Mobutu Sese Seko fue derrocado y, gracias al apoyo de Kagame, presidente de Ruanda, y Museveni, de Uganda, Laurent Kabila tomó el poder. En un nuevo reparto se dispusieron concesiones mineras para empresas varias entre las cuales figuran la Barrick Gold Corporation, de Canadá, la American Mineral Fields (en la que Bush padre tenía intereses) y la surafricana Anglo-American Corporation. En los años transcurridos hasta hoy han disputado la guerra dos bandos no demasiado estrictos. Ruanda, Uganda y Burundi, apoyados por los EE.UU., solventados por créditos del FMI y el Banco Mundial, y ligados a varias milicias "rebeldes" con nombres exóticos (Movimiento de Liberación del Congo, Coalición Congoleña para la democracia), por un lado, y la RDC (liderada por uno de los hijos de Kabila, después de que su padre fuese asesinado por ruandeses), Angola, Namibia, Zimbabue y Chad y las milicias (hutus y mai-mai) correspondientes, por otro. Pero realmente no son estas naciones las que luchan por el territorio, sino las distintas corporaciones. Éstas han creado distintas empresas mixtas para repartirse la zona. La más importante es la Sociedad Minera de los Grandes Lagos (SOMIGL), integrada por tres sociedades: la Africom (belga), la Promeco (ruandesa) y la Cogecom (surafricana).

De este modo se han hecho con el monopolio del comercio del coltán: se llevan los minerales sin gastos de intermediarios y, a cambio, ingresan armas para asegurarse de que la guerra continúe y perpetuar la inestabilidad del país que tanto facilita los trámites. Alrededor de 20.000 mineros, la mayoría ex campesinos y ganaderos, trabajan de sol a sol bajo un sistema represivo y duermen y se alimentan como pueden en medio de la selva. Cobran unos diez dólares por cada kilo de coltán, mientras que en Londres se cotiza entre 250 y 300. Así termina uniéndose el mercado con la lucha, es muy difícil diferenciar entre las zonas mineras y las de operaciones militares.

En tanto que en este mundo siga creciendo la demanda de las nuevas tecnologías que tanto nos gustan, esta guerra múltiple (civil, económica, interétnica e imperialista) seguirá recrudeciéndose. Porque 3 millones de muertos en cuatro años no es poco, ni 2.000 niños muertos al día, porque un móvil de última generación no vale tanto.

http://www.diariodelhenares.com/?p=Y2xhc2UlM0Rub3RpY2lhcyUyM2Z1bmNpb24lM0Rtb3N0cmFyX25vdGljaWElMjNpZCUzRDI0MDk2

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