Es el grito desesperado de una humanidad que ve cómo un recurso natural vital para la existencia, va agotándose en el planeta tierra:
¡Agua o muerte!, no hay otra opción.
El agua es un bien natural común e insustituible, pero vivimos en una época histórica en la que el modo de producción dominante y la globalización, transforman en mercancía absolutamente todo.
Se encuentra como un componente de nuestra naturaleza que ha estado presente en la Tierra desde hace más de 3 000 millones de años, ocupando tres cuartas partes de la superficie del planeta.
El 70 por ciento de nuestro cuerpo está compuesto de agua; es un don que la naturaleza ofreció a la vida y a cada uno de nosotros.
Con la declaración “El agua ya no es un derecho inalienable sino una simple necesidad humana”, se clausuró el Segundo Foro Mundial del Agua en el año 2000, de entonces ha acá la mayoría de las acciones al respecto han chocado con un panorama cada vez más negativo.
Hoy existe una carrera frenética entre grandes multinacionales para privatizar el agua, transformarla en recurso hídrico y en mercancía con la que se puede ganar mucho dinero.
El agua dulce, por ser un bien escaso —solamente el 0,7 por ciento es accesible al consumo humano—, cada vez se cotiza más y se transforma en objeto de la codicia mundial.
La humanidad ve con pavor el inicio de la era de las guerras encarnizadas por el control del acceso al agua potable. Quien lo controle tendrá poder de vida o muerte sobre millones y millones de personas.
Actualmente cerca de un millón 600 mil personas tienen grave insuficiencia de agua y en el año 2020 serán ya tres millones, que podrá ver negado el acceso al agua porque no tendrán cómo adquirirla y estarán en peligro de muerte.
Y como si fuera poco, el costo del agua potable se ha encarecido en el mundo y conlleva a que el vital recurso se convierta en patrimonio de quienes puedan pagarlo, mientras que miles y miles de personas en el orbe no tengan acceso al referido líquido.
La historia recoge las guerras del siglo XX provocadas por el domino del petróleo, las del siglo XXI serán por el agua potable. Actualmente existen unos 50 conflictos en el mundo por causa de la falta de agua, ya que el 40 por ciento de la población mundial vive junto a 250 cuencas fluviales.
Verdaderas hidromafias provocan estas guerras por el imprescindible líquido. La privatización la convierte en mercancía, con lo cual se destruye cualquier sentimiento ético, ecológico y espiritual ligado directamente al agua.
La conciencia planetaria no debe conceder ningún derecho a privatizarla y si excluirla de las negociaciones comerciales a nivel mundial.
El elemento que genera la crisis del Medio Oriente gira alrededor del agua, no del petróleo. A pesar de los acuerdos firmados entre varios países de la región, los recursos hídricos siguen disminuyendo, ya por el aumento sostenido de la población, por la creciente contaminación desde diversas fuentes, así como por las iniciativas e inversiones en la industria y en la agricultura.
Se hace evidente el hecho de que los recursos acuíferos en el Medio Oriente van en picada. Esa región representa el cinco por ciento de la población total del mundo, mientras sólo contiene menos del uno por ciento (0.9 por ciento) del agua. La cantidad de países con escasez del preciado líquido va en aumento cada día.
En su libro El Nuevo Oriente Medio, el ex canciller israelí Shimon Peres, dijo que las próximas generaciones no lucharán por poseer más tierra sino principalmente por el control de los recursos hídricos de la región, zona del mundo fuertemente marcada por la aridez del desierto.
Según informes recientes, el 90 por ciento de las fuentes subterráneas no renovables se utilizan en la agricultura y fueron contaminadas y disminuidas como resultado de la primera Guerra del Golfo, lo cual agrava la situación.
Aquella llamada "guerra de los seis días" de Israel contra Siria tuvo entre sus motivaciones principales apoderarse de las fuentes acuíferas de los Altos de Golán y una parte del monte Hermón.
Otros muchos conflictos bélicos o situaciones que ponen en riesgo de guerra se suceden el Medio Oriente.
“La natural escasez del abastecimiento regional de agua se ha degradado hasta niveles de crisis por una variedad de factores. Con tasas de crecimiento de la población entre las más grandes del mundo, los países del Medio Oriente están consumiendo agua a velocidad muchas veces mayor que lo que puede abastecerse por medios naturales”.
“Con una población que se acerca rápidamente a los 500 millones de habitantes y sin una disciplina del consumo, los recursos hídricos nunca serán suficientes. Asimismo, los anticuados acueductos y los procedimientos primitivos de potabilización han llegado a convertir esa región en la peor del mundo en términos de disponibilidad de agua, muy por debajo de los niveles de Asia y de África”, reza uno de los tantos informes de organizaciones internacionales que estudian la referida problemática.
El mundo asiste asombrado a la pérdida sistemática y depredada del líquido vital, también conocido como “oro azul”, sin que la conciencia de muchos gobernantes y mercaderes contribuya a su resguardo y equitativa repartición.
Para la humanidad es sólo una cuestión de agua o muerte.
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