Desde sus libros “Opa war kein Nazi” (El abuelo no era nazi) y “Täter. Wie aus ganz normalen Menschen Massenmörder werden” (Criminales. Cómo personas normales se convierten en asesinos en masa), se considera a Harald Welzer como uno de los principales investigadores de autores de crímenes en Alemania. En su controvertido libro “Klimakriege” (“Guerras climáticas”), el sociólogo y psicólogo social aborda nuestro futuro y se muestra poco optimista. También el siglo XXI estará marcado por la violencia. Aún peor: las guerras a causa del clima y los recursos amenazan con estremecer los fundamentos y los valores centrales de la cultura occidental – la humanidad, la razón y el derecho.
Una de las grandes injusticias de este mundo es que los responsables principales del cambio climático son los que menos sufren sus consecuencias. En los países industrializados del norte, muchas regiones podrían incluso sacar algún provecho de él. Este es un punto de vista ciertamente cínico, pero cuando uno considera las consecuencias sociales globales del cambio climático, puede extraer tales conclusiones. Y precisamente ésta, en opinión de Welzer, es una de las principales carencias del debate climático actual: que se da muy poca importancia a los trastornos sociales que se están produciendo en las regiones del mundo especialmente afectadas por el cambio climático, del que tampoco nosotros vamos a salir ilesos.
El futuro de las guerras climáticas ya ha empezado
Muchos de los “conflictos étnicos” actuales, si se observan con más detenimiento, son consecuencia de la presión ecológica, que obliga a algunas sociedades a iniciar una competición por los recursos, lo que más tarde o más temprano acaba en violencia. Welzer muestra esto muy claramente, no sólo poniendo como ejemplo la guerra en Sudán, sino también toda una serie de conflictos pasados y actuales en todo el mundo. Sin embargo, los conflictos medioambientales actuales parecen ser casi inofensivos en comparación con lo que nos espera.
Las oleadas de refugiados que llegan a las costas del sur de Europa han llevado a adoptar medidas de defensa cada vez más rígidas. También las fronteras del este de la UE se están cerrando cada vez más contra los inmigrantes ilegales. Con el incremento de la presión migratoria ejercida por las personas a las que las catástrofes medioambientales hacen cada vez más difícil vivir en su país, las medidas de defensa cada vez adquieren más el aspecto de “guerras fronterizas indirectas”. Lo mismo es válido para el régimen de fronteras de Canadá y de EE.UU.
Las crisis medioambientales intensifican la presión migratoria
Harald Welzer; Copyright: S. Fischer Verlage/Fotografía: Siegrun Appelt“Aparentemente”, según Welzer, “hoy en día nadie se para a pensar si podría haber posibilidades de fijar contingentes para refugiados climáticos, lo que quedaría justificado por el hecho de que han sido los países tempranamente industrializados los que han causado las restricciones de las condiciones de supervivencia en África”. La frecuente observación de que la política climática también es política de seguridad se podría interpretar tanto como un voto por una política climática más eficiente como por una política de seguridad más estricta”. Desde el punto de vista de la psicología social se plantea la cuestión de “hasta qué punto la creciente presión migratoria generará sentimientos de amenaza y una necesidad de seguridad en la población europea, que acarree la demanda de una política de seguridad más rigurosa”.
Welzer nos recuerda lo rápido que puede cambiar el clima social y producirse revoluciones sociales radicales recurriendo a los “rápidos procesos de cambio sociales” del S.XX: la Revolución Rusa de 1917, el Nacionalsocialismo, las Revoluciones Suramericanas de los años 60 y 70, la Caída del Bloque del Este en los años 1989/90 y la desintegración y la “etnización” de Yugoslavia.
¿Muerte climática de la Ilustración?
Los rápidos cambios sociales no son sólo concebibles en el curso de catástrofes medioambientales continuas, sino probables. Welzer formula dos escenarios globales a los que podrían llevar tales desastres.
En la variante optimista, tiene lugar un cambio cultural fundamental “que permite salir de la lógica fatal del crecimiento incesante, sin que la gente lo tenga que sentir como una renuncia”. Pero esto parece extremadamente improbable: porque la naturaleza es lenta, sólo se puede contar con una “recompensa” por la renuncia necesaria más allá del propio horizonte de tiempo. Aquellos que, sin embargo, continúan actuando como hasta ahora tienen su recompensa a la vista. ¿Por qué deberíamos entonces renunciar a nada?
Para Welzer son también los “intereses totalmente dispares en una perspectiva internacional, los que van a impedir a medio plazo tomar un decisión común de frenar el calentamiento global”. Más probable le parece, por tanto, “que aquellas personas que han recibido el estatus de ‘superfluas’ y que parecen poner en peligro las necesidades de bienestar y de seguridad de las personas ‘asentadas’, mueran en gran número; (…) las personas perciben los problemas y si los interpretan como una amenaza para su propia existencia, tienden a soluciones radicales en las que nunca antes habrían pensado.”
Hay que decir que las culturas occidentales no han aprendido nada de la lección del S.XX. Entontes todo el mundo pensaba bien de sí mismo por su humanidad, razón y derecho, a pesar de que “históricamente, estas tres reglas de la actuación humana han sucumbido a todos los ataques lo suficientemente fuertes”. Y si se siguen con sus estrategias usuales para resolver problemas, como intentar frenar el calentamiento global solamente con tecnología mejorada, no les quedará mucho tiempo de existencia – “tal vez sólo dos o tres generaciones más”.
Una conclusión deprimente que el lector abatido por la lectura querría poder refutar con buenos argumentos. Como muchos críticos de las columnas en lengua alemana, le encantaría decir que el libro es exageradamente catastrofista. Pero el análisis socio-psicológico de Welzer es demasiado convincente.
http://www.goethe.de/ges/umw/dos/nac/den/es3525734.htm
domingo, 21 de diciembre de 2008
“Guerras climáticas” – ¿El fin de la Ilustración?
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