miércoles, 8 de abril de 2009

Diplomacia y seguridad: Ajuste de doctrinas y nuevas tácticas

Apuntes de la conferencia dictada en el ciclo "Focos de tensión en el Medio Oriente" de la Escuela de Historia de la UTA, por el Gral. (R) Eytan Ben Elihau , ex Comandante de la Fuerza Aérea Israelí (1996-2000), graduado en Estrategia y Relaciones Internacionales de la Universidad de Tel Aviv y analista militar de renombre internacional. Por el Lic. Samuel Leillen

Israel y América: alianza de intereses

Las relaciones entre Israel y EE.UU. han variado desde su comienzo durante la Guerra de 1967. Inmediatamente después del embargo establecido por el Gral. De Gaulle al iniciarse ese conflicto, los americanos se convirtieron en los proveedores principales de armamento, proceso que creció a pasos gigantescos: por ejemplo, en pocos meses Israel recibió los cazabombarderos Skyhawk y luego los Phantom. La razón fundamental, la guerra fría: Israel estaba catalogada como el freno real y efectivo a la expansión soviética en la región que entonces estaba en su apogeo.

Pero esa era también la época de la guerra en Vietnam, y se consideraba a Israel como un excelente laboratorio de ensayos para nuevos armamentos y como fuente importante para conocer las tácticas militares y el armamento soviético que Israel había capturado en la Guerra de los Seis Días. En definitiva, tanto en el plano estratégico como en el táctico, las relaciones entre los dos países se fueron estrechando en base a intereses propios.

Con todo, suele haber conflictos: Israel es hoy una de las mayores exportadoras de armamento del mundo, y en diversas oportunidades hubo tensiones: en el caso de China, por ejemplo, los americanos prohibieron transferencia de tecnología y determinaron cuáles serían los procedimientos formales para exportar armamento de Israel a países terceros. Evidente conflicto de intereses.

Doctrinas que deben actualizarse

Israel enfrenta hoy circunstancias de seguridad muy especiales que exigen cambios drásticos en las concepciones de defensa. En primer lugar, siempre consideraron los israelíes que son autosuficientes en lo que a defensa se refiere, nunca recibieron con beneplácito propuestas de introducir soldados de otros países para velar por su protección. "Es cierto, adquirimos equipos militares americanos, pero sólo soldados israelíes los harán funcionar". Este "mito" necesita ajustes…

En segundo lugar, Ben Gurión formuló la convicción que es suficiente respaldarse en una sola potencia mundial y sólo con ella desarrollar las acciones futuras. Esto acarrea el peligro de crear dependencia, como la que Israel experimentó con el embargo francés de 1967. Desde la primera Guerra de Irak, es evidente que ni siquiera las superpotencias son prisioneras de esta premisa. Los americanos pasaron allí de un frente unido con los ingleses a una coalición de 25 países intentando actuar en función de mandato internacional. Esto exige una organización distinta y compleja: desplazamientos de tropas que hablan distintos idiomas, unidades de comando coordinado, actuación de contingentes aéreos con diversas capacidades operativas, transmisión de mensajes en códigos diversos, concepciones tácticas de interpretaciones encontradas, ejercicios comunes de entrenamiento, etc.

Tercero, en el pasado, siempre suponíamos que las guerras podrían estallar o frente a Siria, o frente a Egipto o en la línea del Jordán. Los próximos conflictos no serán enfrentamientos entre contingentes de soldados. Estamos en la era de los misiles y los peligros no provienen de los países fronterizos sino que pueden originarse en zonas alejadas: Irak, Irán, etc. Con gran variedad de matices, experimentamos esta realidad en 1991 con Irak, con Hizbollah en la Segunda Guerra del Líbano y recientemente con Hamás en Gaza, estos dos últimos equipados por Irán. De enfrentamientos entre grupos humanos armados pasamos a amenazas de misiles que pueden transportar armamento no convencional y de destrucción masiva. Y esto también impone revisar las concepciones de defensa: nuestro conflicto dejó de ser local, es de marcado carácter regional con repercusiones de orden mundial.

Definición de la victoria

Todo propósito político está íntimamente relacionado a consideraciones de defensa, y viceversa. Todo depende de cómo se formula el objetivo y como se define "un resultado exitoso". La diplomacia marcha tomada del brazo de las posibilidades militares, y ambas deben tomarse en cuenta permanentemente. Mucho se ha discutido si las últimas dos guerras, definidas por muchos analistas como los dos primeros combates de un prolongada guerra entre Irán e Israel, fueron exitosas para Israel o no.

Todo depende de cómo se define "éxito". En las guerras modernas no hay victoria total: esto se puede lograr sólo si el enemigo se rinde o se destruye. En 1945 las tropas aliadas tuvieron que llegar hasta el bunker de Hitler en Berlín hasta que se pudo anunciar que la guerra había concluído. Los japoneses firmaron la derrota después de dos explosiones atómicas.

En la guerra de Gaza no se anunció que el objetivo era destrozar al Hamás. Tampoco se anunciaron pretensiones de disolver al Hizbollah. Pero en ambas oportunidades se trató de llegar a posiciones más convenientes que las de antes de los combates. El objetivo era crear una nueva realidad y poder seguir adelante con ventajas significativas. Aparenta sencillo, incluso modesto, pero crear una nueva realidad es tremendamente ambicioso.

Modificar la realidad

Debemos acostumbrarnos a analizar de esta manera, incluso cuando se trata de riesgos nucleares. Preguntar "si los israelíes son capaces o no" es una forma poco inteligente de contemplar el tema. Los medios de comunicación son especialistas en este tipo de especulaciones.

Lo importante es definir con precisión que se quiere lograr, cuál es la nueva realidad que se quiere establecer. En el caso de Irán, tenemos que hacer que los mismos iraníes prefieran interrumpir la carrera nuclear, por lo menos postergarla por varios decenios. Existen aquí tanto la vía diplomática como la utilización de fuerza militar. Ambas deben utilizarse en forma coordinada para que la nueva realidad sea asequible.

Algunos cuestionan la posibilidad que los iraníes puedan llegar, como resultado de presiones diplomáticas internacionales, a postergar sus propósitos nucleares, y por lo tanto alegan que es imprescindible una operación militar que corte esas aspiraciones. Señalemos que a principios del año 2005, el entonces Vicepresidente de los EE.UU. Dick Cheney, declaró que "los israelíes pueden destruir solos las instalaciones nucleares iraníes antes de que se llegue al punto del cual no hay retorno".

No es sencillo hacerlo. Los iraníes tienen gran cantidad de minas de uranio desparramadas por todo el país; producen agua pesada en diversas instalaciones; poseen una fuerza aérea competente y poderosa; los diversos procesos relacionados al desarrollo nuclear se aplican simultáneamente en distintas y alejadas localidades. No es el caso del reactor atómico de Irak el 7 de junio de l981. Noventa minutos fue el tiempo que necesitaron entonces los más avanzados aviones de guerra de la Fuerza Aérea Israelí para partir desde Israel, atravesar territorio jordano y saudita y arrojar sobre las instalaciones nucleares de Osirak 16 toneladas de explosivos que en exactamente dos minutos convirtieron los delirios atómicos de Saddam Hussein en una pila de escombros. Catorce aviones tomaron parte del ataque, ocho F-16 Falcon cada uno dotado de dos bombas de 1000 kilogramos y seis F-15 Eagle cuyo objetivo era escoltar a los primeros. Ahora serán necesarias varias ondas de centenares de aviones.

Suponiendo que Israel tenga la capacidad de hacerlo, ¿cómo reaccionará entonces la comunidad internacional? En 1981 el mundo criticó, Irak no reaccionó y Estados Unidos se enfadó. ¿Alcanzarán los aviones a cumplir su cometido antes que los organismos internacionales sancionen duramente al atacante? ¿Cómo se interpretará la nueva realidad? ¿Será como el grito de victoria de Hamás "pudimos sobrevivir el ataque y por lo tanto vencimos"?

Resulta así que la mejor vía es la combinación de una fuerte presión internacional – diplomática, económica, financiera – efectiva y continuada, apoyada en una real amenaza de carácter militar que refleje una coalición internacional enérgica y determinada.

http://www.radiojai.com.ar/online/notiDetalle.asp?id_Noticia=42289

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