martes, 6 de enero de 2009

Los hombres del hielo se derriten

Por Stephen Leahy/www.tierramerica.net

Esquimales reclaman su derecho al frío

Los aborígenes del Ártico quieren vivir en el frío glacial que forjó su cultura, hoy amenazado por el cambio climático, afirma en esta entrevista la activista de su pueblo, Mary Simon.

"Aterrador" es la palabra que mejor describe a un cazador perdido en hielos que cambian de forma o al dueño de una casa cuyos cimientos se hunden. Así representa la líder indígena canadiense Mary Simon la situación que vive hoy el pueblo inuit por el calentamiento global.

El cambio climático está modificando la ecología del Polo Norte y creando una crisis para 160 mil indígenas de la región, los inuit, que viven dispersos en las orillas del Océano Ártico en Alaska, Canadá, Groenlandia, Noruega y Rusia.

Es una zona demasiado fría para los árboles y sólo algunos pequeños arbustos consiguen vivir en los tres meses del verano boreal, con temperaturas medias de seis a ocho grados.

En la estación fría, que dura nueve meses, la tierra y el mar se congelan y se cubren de nieve. Como el sol no se eleva del horizonte en el invierno, la oscuridad reina las 24 horas del día y la temperatura promedia los 30 grados bajo cero y llega a -60 grados en los días más fríos.

Así, en esas inhóspitas condiciones, los inuit han sobrevivido miles de años cazando focas, morsas y ballenas.

Aunque antes habitaban viviendas de huesos de ballenas y bloques de pasto y tierra, o de nieve, hoy residen en casas de madera. Pero su tierra se derrite mientras la temperatura se eleva dos o tres veces más rápido que en cualquier otra parte del mundo.

Líder del pueblo inuit canadiense y ex embajadora de este país en Dinamarca, Simon nació en la aldea de Kangiqsualujjuaq, en el extremo norte de la provincia de Québec.

-¿Cómo impacta el cambio climático en los inuit?

-Afecta el permafrost (capa siempre congelada en los niveles superficiales del suelo) y por tanto a nuestras comunidades, que están construidas sobre él. Se acelera la erosión de nuestras costas, causando inundaciones y trayendo insectos que los inuit nunca habíamos visto. Los pronósticos científicos para la región del Ártico son alarmantes. No, "alarmante" no es una palabra lo bastante fuerte. "Aterrador" describe mejor la situación.

-¿Qué les diría a los líderes mundiales que deben aprobar un acuerdo climático que suceda al Protocolo de Kioto?

-Ellos no lo vinculan con lo que ocurre en el Ártico. El cambio climático es primero y antes que nada una cuestión humana. Los inuit tenemos que vivir a diario con sus efectos. Vivimos de la tierra, cazando y pescando para obtener nuestro alimento, lo que se vuelve cada vez más difícil porque todo está cambiando. Tenemos que comprar más comida del sur (de Canadá) que es muy costosa, así que la gente se ve forzada a alimentarse con lo más barato, la comida chatarra. En nuestras tiendas rara vez hay productos frescos, y eso daña nuestra salud. Para los inuit hablar del cambio climático implica una visión amplia e integral de las conexiones entre nuestro ambiente, nuestra política y nuestro bienestar social, económico y cultural.

Repensar las cosas

-¿Qué hacer?

-Los parches no sirven. Necesitamos repensar la manera en que hacemos las cosas para depender menos de los combustibles fósiles. Necesitamos políticas interrelacionadas -energética, industrial, de transporte y urbana- para depender radicalmente menos de los combustibles que emiten gases de invernadero.

-¿Qué debería hacer Canadá?

-Es esencial adoptar metas duras de reducción de emisiones, políticas nacionales respaldas por una asignación prioritaria del presupuesto federal. Las medidas sobre gases de invernadero deben ser claras y controlables. La complejidad acarrea dos peligros. Primero, se corre el riesgo de desviar esfuerzos para intentar "engañar al sistema", en vez de esforzarse en inversiones y tecnologías que reduzcan las emisiones. Segundo, se vuelve muy difícil sostener la confianza pública, aprender de nuestros errores y no perder de vista los objetivos principales.

-¿Cree que la gente del sur de Canadá, 99% de la población del país, comprende lo que ocurre en el norte?

-Ellos solo se enteran de nuestros problemas sociales, del alcoholismo y los suicidios juveniles. No saben que hay mucha gente que busca duramente una vida mejor, pero que hay tantos obstáculos. Nuestra cultura no se enseña en el sistema educativo. Los niños son castigados por hablar su propio idioma. Y el cambio climático ni siquiera fue tema en las últimas elecciones. Escandaloso.

-¿Qué piensa sobre el interés y las promesas de inversiones en el Ártico que ha hecho el Gobierno?

-El Gobierno de (Stephen) Harper sólo habla de soberanía (reclamos territoriales) y extracción de recursos, no de la salud de las comunidades. En el norte hay una desesperada falta de casas, que lleva a vivir en el hacinamiento. Eso tiene repercusiones: a los niños no les va bien en la escuela porque tienen que dormir por turnos. Y han aparecido brotes de tuberculosis. Para afirmar nuestra soberanía se necesitan comunidades saludables. LN

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