viernes, 23 de enero de 2009

Palestina siempre ha estado involucrada en guerras: Najib Abu-Warda

"Las grandes potencias, por razones históricas, políticas, económicas y estratégicas, mantienen el interés en Palestina", opina el profesor de Relaciones Internaciones de la Universidad Complutense.
Gabriela Paz y Miño
Corresponsal en Madrid


"Palestina siempre ha estado involucrada en guerras y conflictos de dominación. Los sucesivos imperios, las Cruzadas... Hoy, las grandes potencias, por razones históricas, políticas, económicas y estratégicas, mantienen el interés en este territorio". Najib Abu-Warda, profesor de Relaciones Internaciones de la Universidad Complutense, resume con esta frase las razones del conflicto regional en Oriente Próximo.

La explosiva relación de Israel con los países de la zona tiene su origen, según el analista, en un proyecto histórico "de políticas coloniales". "Había zonas conquistadas por los franceses y los ingleses, pertenecientes al antiguo Imperio Otomano. Tras la Segunda Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones las puso bajo mandatos franceses o británicos. Siria, Líbano, Jordania e Iraq consiguieron su independencia como estados. Pero Gran Bretaña tenía un plan distinto para Palestina".

Para Abu-Warda, la intención colonizadora de Gran Bretaña "coincidía" con el proyecto sionista que escogió el territorio palestino para la creación del Estado de Israel. Tras la partición de Palestina en dos estados: uno árabe y uno judío, (resuelta por la ONU en 1947), la violencia estalló en la región. Egipto, Siria, Jordania, Iraq y Líbano declararon la guerra a Israel. Los capítulos de la resistencia árabe y la intervención de la comunidad internacional han marcado las fases de un conflicto que ha contagiado a toda la región.

Para Haizam Amirah Fernández, investigador principal del Área de Mediterráneo y Mundo Árabe del Real Instituto Elcano, la paz no llega a la Oriente Próximo por la imposibilidad de alcanzar una solución aceptada por todos. "Israel, durante décadas, ha creído que mediante el uso de la fuerza militar aplastante, podía conseguir la seguridad para su población y que acabaría siendo reconocido. Pero la violencia sólo ha traído la estrategia de radicalización de su entorno".

Pese a que en 1949, se firmaron armisticios entre Israel y Egipto, Jordania, Siria y Líbano, éstos no significaron la paz en la convulsionada región. "Hay una división cada vez mayor entre las opiniones públicas y las políticas de los gobiernos del entorno", dice Fernández. "Son dos niveles de relación. A nivel oficial, hay reuniones, información, relaciones diplomáticas. Pero entre la población es distinto. En Egipto, por ejemplo, la gente percibe una complicidad de su régimen con la agresión a Gaza. Las manifestaciones populares y la represión a las mismas desestabilizarán más la región"

Ricardo Angoso, sociólogo y analista de "Lecturas para el Debate", coincide en que los acuerdos de paz no son aceptados por toda la población. "En Egipto y Jordania hay medios de comunicación e incluso gobernantes que atizan el sentimiento antisemita. En las tiendas y quioscos se venden libros de inspiración neonazi y antisemita. Los árabes se niegan a aceptar -todavía- el Estado de Israel como una realidad política e histórica", sostiene. "Estados Unidos impuso acuerdos con sus vecinos judíos y las derrotas militares de los árabes acabaron llevando a estos gobiernos a aceptar las realidades sobre el terreno".

Irán también juega un papel clave en el conflicto, coinciden los analistas. "Es una potencia importante, como Turquía", explica Abu-Warda. "Estados Unidos negocia con Irán el futuro de Iraq y la situación del Líbano y de Hezbolá. Irán usa esas situaciones como carta de negociación con Occidente en beneficio de sus investigaciones nucleares". Según Angoso, este país ha sido, "al menos desde 1979", claramente antiisraelí. "Anhela (oficialmente) la destrucción total de Israel".

El complicado juego de intereses geopolíticos se completa con Siria que -explica Abu-Warda- "intenta mejorar sus relaciones con Occidente". Para Angoso, al margen de los ocupados Altos de Golán, este país no parece "no tiene intención de resolver sus relaciones con Israel". "Se utiliza en clave nacionalista su animadversión con Israel para legitimar el régimen dictatorial".

El Líbano, sostiene este analista, no es un actor con suficiente autonomía para decidir por donde encauzar sus relaciones. "Depende demasiado de Irán y Siria". El catedrático de la Complutense, asegura que las políticas de Líbano con respecto a la región, "se ajustan y desajustan" por las presiones internacionales.

http://www.elcomercio.com/noticiaEC.asp?id_noticia=252206&id_seccion=5

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