martes, 8 de julio de 2008

Académicos de la Universidad Católica de Chile proponen medidas para enfrentar el calentamiento global en Chile

Existe consenso científico en que el efecto invernadero producirá que el clima global se vea fuertemente alterado en el próximo siglo. Este cambio se reflejará en aumento de la temperatura entre 1,5º y 4,5º y, en general, en la modificación tanto en la magnitud como en la frecuencia de las precipitaciones.

“El efecto invernadero no tiene una respuesta inmediata, sino que el impacto se puede seguir reflejando después de varios años”, afirmó Francisco Meza, académico de la Facultad de Agronomía y director del Centro Interdisciplinario de Cambio Global de la Pontificia Universidad Católica de Chile, al momento de presentar la investigación “Calentamiento global: consecuencias y desafíos para Chile” que realizó junto al académico de la Facultad de Ingeniería, Luis Abdón Cifuentes. Ambos profesionales expusieron su trabajo durante un seminario que organizó la Dirección de Asuntos Públicos UC.

En cuanto al impacto, las proyecciones nacionales muestran aumentos de temperatura en todas las regiones entre 2º y 4º celsius, disminuyendo de norte a sur, mientras que las precipitaciones podrían llegar a descender hasta en un 40% en áreas de la zona central. Uno de los sectores más afectados por estas condiciones es el agrícola. “El cambio climático va a implicar en Chile el traslado de cultivos hacia zonas más frías”, explicó Meza, quien también aseguró que afectará negativamente a especies que presenten requerimientos de frío.

En relación a los recursos hídricos, el régimen de precipitaciones variará acentuando la vulnerabilidad de la matriz energética centrada en recursos hidroeléctricos. Además, la calidad de vida de las personas se verá afectada por olas de calor y la propagación de enfermedades relacionadas con este cambio. En cuanto a la infraestructura, ésta deberá ser capaz de soportar las posibles crecidas e inundaciones y la pérdida de infraestructura en zonas costeras debido al aumento del nivel del mar.

Frente a este escenario, el país debe tener un plan de acción. “Lo ideal es formular una estrategia de adaptación que busque reducir la vulnerabilidad, disminuir los daños y aprovechar condiciones favorables existentes”, explicó Meza.

Esta estrategia involucra tanto el diseño e implementación de medidas, como la creación de capacidades de adaptación. En este sentido, según el documento de ambos investigadores, el rol del Estado adquiere mayor importancia, no sólo a través del levantamiento de información necesaria para los actores, sino también mediante su intervención para fortalecer las capacidades de adaptación.

Otra línea de acción apunta a la ejecución de medidas directas que reduzcan la vulnerabilidad de los sistemas, como inversión en infraestructura. Esto, considerando posibles condiciones como aluviones y crecidas invernales, además de la necesidad de un ordenamiento territorial que permita la reducción de la exposición a riesgos.

En cuanto a las medidas de mitigación, Luis Abdón Cifuentes, director del Centro de Medio Ambiente UC, sostiene que, a pesar de que Chile contribuye sólo con 0,2% a las emisiones mundiales, tomar acciones en esta área es una necesidad. Lo anterior debido a la apertura de la economía y los cada vez más exigentes mercados mundiales que premian los productos de países comprometidos con la disminución de las emisiones.

El trabajo de ambos académicos fue comentado por Javier Hurtado, gerente de Estudios de la Cámara Chilena de la Construcción; Alejandro León, académico Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, y Javier García, subgerente de Programas Estratégicos de Corfo.

Edición: Universia / RR


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