f. willliam engdahl asia times
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
La República Caucásica de Georgia, en comparación con otras naciones, no parece ser un importante protagonista global. Sin embargo, Washington ha invertido inmensas sumas y ha contribuido a que su propio déspota, Mikhail Saakashvili, ocupe la presidencia para cerrar un anillo de hierro nuclear de la OTAN alrededor de Rusia.
LaSecretaria de Estado de EE.UU., Condoleezza Rice, visitó la capital Tbilisi e hizo incisivas declaraciones contra Moscú por apoyar a los Estados georgianos separatistas de Abjasia y Ossetia del Sur, culpando esencialmente a Moscú por una guerra inminente incitada por Washington a fin de incluir a Georgia en la OTAN durante la cumbre de la OTAN de diciembre.
Los medios occidentales tienden a ignorar las crecientes tensiones en la estratégica región del Cáucaso, o a sugerir, como lo hace Rice, que todo el conflicto es causado por el apoyo de Moscú a las repúblicas “secesionistas” de Abjasia y Ossetia del Sur. En realidad, en la región tiene lugar un juego de ajedrez bastante diferente, con el potencial de detonar una importante escalada de tensiones entre Moscú y la OTAN.
El tema subyacente es que desde la disolución del Pacto de Varsovia en 1991, uno tras otro de los antiguos miembros así como antiguos Estados de la URSS han sido instados, y en muchos casos sobornados con falsas promesas de Washington, para que se unan a la organización contraria, la OTAN.
En lugar de iniciar discusiones después de la disolución en 1991 del Pacto de Varsovia sobre una disolución sistemática de la OTAN, Washington ha convertido sistemáticamente a la OTAN en lo que sólo puede ser calificado de vehículo militar para un régimen imperial global estadounidense, asociado con una red de bases militares que va de Kosovo a Polonia, a Turquía, a Iraq y Afganistán.
En 1999, los antiguos miembros del Pacto de Varsovia, Hungría, Polonia y la República Checa se unieron a la OTAN. Bulgaria, Estonia, Latvia, Lituania, Rumania y Eslovaquia se sumaron en marzo de 2004. Ahora Washington, ejerce una presión inmensa sobre los miembros de la OTAN de la Unión Europea, especialmente Alemania y Francia, para que voten en diciembre a favor de la admisión de Georgia y Ucrania.
El cuadro militar de Georgia-Abjasia
La actual escalada de tensiones en la región comenzó en mayo cuando Abjasia dijo que había derribado dos aviones teledirigidos georgianos sobre su espacio aéreo. El anuncio tuvo lugar dos semanas después que Georgia acusó a Rusia de derribar un avión teledirigido sobre Abjasia, que Tbilisi considera su territorio soberano. Moscú negó su participación.
Rusia ha dirigido un contingente de mantenimiento de la paz en Abjasia y Ossetia del
Sur desde sangrientos conflictos en los años noventa, y envió recientemente tropas adicionales a Abjasia para disuadir lo que llama una ofensiva militar planificada por Georgia. Los dos lados, Georgia y Abjasia, han estado en una condición de conflicto discontinuado desde 1993, cuando separatistas abjasos, respaldados por fuerzas rusas, lograron expulsar a los georgianos de la provincia.
Tbilisi reivindica la soberanía sobre Abjasia y Ossetia del Sur y se refiere a ambos como “repúblicas secesionistas.” En 2001, tropas georgianas se unieron a soldados chechenios contrarios a Moscú de la vecina provincia musulmana rusa de Chechenia, entrenados por muyahidines, para montar un infructuoso ataque militar contra Abjasia.
En un análisis de lo que podría ser un posible choque militar, corto de guerra nuclear entre Rusia y la OTAN, el comentarista militar de la agencia gubernamental rusa RIA Novosti, Ilya Kramnik, presentó las fuerzas a ambos lados. A fines de 2007, las fuerzas armadas georgianas tenían unos 33.000 oficiales y hombres, incluyendo un ejército de 22.000, que incluía cinco brigadas y ocho batallones. Estas unidades tenían más de 200 tanques, incluyendo 40 T-55 y 165 T-72 tanques de batalla principal que actualmente son reacondicionados.
Kramnik dice que los militares georgianos enfrentan a una Fuerza de Autodefensa abjasiana con 60 tanques, incluyendo 40 T-72 y 85 piezas de artillería y morteros, incluyendo varias docenas de un calibre de 122-152mm y 116 vehículos blindados de diferentes tipos, numerosas armas antitanque que van desde lanzacohetes RPG-7 a misiles teleguiados antitanque Konkurs-M (ATGMs). La armada abjasa tiene más de 20 botes a motor armados de ametralladoras y cañones de pequeño calibre.
Por lo más decisivo, como lo mostró el conflicto georgiano-abjaso de 1992-1993, incluso pequeñas unidades pueden resistir durante mucho tiempo a fuerzas enemigas superiores en áreas montañosas. En consecuencia, el resultado de cualquier conflicto hipotético dependería del nivel de entrenamiento militar de los agresores y de la influencia de terceras partes, sobre todo de unidades rusas de la Fuerza Colectiva de Mantenimiento de la Paz de la Comunidad de Estados Independientes. Las fuerzas armadas de Georgia son notoriamente corruptas y mal entrenadas.
Aunque EE.UU. ha entrenado a varias unidades de elite georgianas en los últimos años, la efectividad en combate de todos los demás elementos es incierta. No hay sargentos entrenados, y la moral de la tropa es baja. Sólo cerca de un 50% del equipo militar es operativo, y operaciones coordinadas en condiciones adversas son imposibles.
Las fuerzas armadas abjasas pueden asestar golpes más devastadores porque resistirían a un agresor que ya ha tratado de privar a la república de su independencia. Y unidades abjasas son comandadas por oficiales entrenados en las escuelas militares rusas. Muchos de ellos combatieron a comienzos de los años noventa. La mayoría de los analistas están de acuerdo en que el ejército abjaso listo para combatir no sufre de corrupción. Moscú ha reforzado recientemente su contingente local de mantenimiento de la paz. Los Estados caucásicos vecinos, incluyendo a Ossetia del Norte apoyan a Abjasia y están dispuestos a enfrentar a Georgia.
La posible estrategia de Moscú
Moscú ha intensificado sus lazos con las dos pequeñas repúblicas ante la perspectiva de la propuesta de Georgia a la OTAN y el reconocimiento de la independencia de Kosovo de Serbia. Rusia, sin embargo, no ha reconocido formalmente a Abjasia u Ossetia del Sur.
Sin embargo, Moscú ha respaldado desde hace tiempo la independencia de facto de Abjasia. Ha otorgado la ciudadanía rusa a muchos de sus residentes y recientemente legalizó los vínculos económicos con la república separatista. Para Rusia, el conflicto suministra una fuente de apalancamiento sobre tanto Abjasia como Georgia. Mientras más trata Georgia de distanciarse de Rusia, más apoya Rusia a Abjasia.
Sin embargo, Georgia bajo el hombre fuerte de Washington, el presidente Mikhail Saakashvili – un dictador bastante implacable como los demostró recientemente contra la oposición interior – se niega a renunciar a su provocadora propuesta a la OTAN.
Georgia es también un país de tránsito estratégico para el oleoducto caspio anglo-estadounidense desde Bakú en Azerbaiján, pasando por Georgia al puerto turco de Ceyhan. Asimismo, el gasoducto Bakú-Tbilisi-Erzurum ha sido crucial en Azerbaiján como alternativa al control del monopolio estatal ruso Transneft a fin de transportar sus recursos de petróleo y gas hacia Occidente. Todo el Cáucaso forma parte de lo que puede ser descrito como un nuevo Gran Juego por el control de Eurasia entre Washington y Rusia.
Según Moscow Times: “Una manera de afectar las aspiraciones en la OTAN de Georgia sería avivar el conflicto en Abjasia a un nivel que haga inaceptable que la alianza occidental le ofrezca la participación, ya que necesita el consenso de todos los miembros. La dirigencia de Georgia podría estar escalando las tensiones esperando llevar a Abjasia y a Rusia a realizar una acción que no deje otra alternativa a Occidente que intervenir.
“A pesar de la motivación, quienquiera esté agudizando el conflicto tiene que comprender que está jugando con fuego. Esta política suicida puede llevar a una guerra hecha y derecha. Georgia probablemente perdería una guerra si Rusia respaldara a Abjasia, mientras Rusia perdería su esperanza de convertirse en un benigno protagonista global y se expondría a poner a prueba seriamente sus vínculos con la Unión Europea y EE.UU.”
Rice echa gasolina al fuego
El gobierno de George W Bush está echando gasolina al fuego en el Cáucaso. En Tbilisi, el 10 de julio, Rice dijo a la prensa: “Rusia tiene que ser parte de la solución del problema y solucionar el problema y no contribuir al problema. Lo he dicho en público a los rusos. Lo he dicho en privado.”
El efecto de sus comentarios, culpar a Moscú por la escalada de las tensiones, es señalar apoyo de EE.UU. para Georgia en sus esfuerzos por forzar a las tropas rusas a irse de Ossetia del Sur y Abjasia.
En mayo, el presidente abjaso Sergei Bagapsh, dijo que está dispuesto a llegar a un tratado militar con Moscú similar al de EE.UU. y Taiwán. "Abjasia propondrá a Rusia la firma de un tratado militar que garantice la seguridad de nuestra república,” declaró Bagapsh. “Estamos dispuestos a recibir bases militares rusas en nuestro territorio dentro del marco de ese tratado. Quisiera subrayar que esto no iría contra los precedentes que ya existen en la práctica internacional. Por ejemplo, ese tratado podría ser análogo al que existe entre EE.UU. y Taiwán.”
Tal como Moscú se niega a reconocer la soberanía de Kosovo, Washington rehúsa admitir la soberanía de Abjasia. En mayo, una alta delegación del Departamento de Estado de EE.UU. estuvo en Abjasia, reuniéndose con organizaciones no-gubernamentales locales así como con el presidente. En el pasado, desde Serbia a Georgia a Ucrania, las agencias de inteligencia de Washington han utilizado a ONGs, incluyendo las fundaciones Instituto Sociedad Abierta [OSI], financiadas por George Soros, la Fundación Nacional por la Democracia [NED], financiada por el Congreso de EE.UU., Freedom House, vinculada a la CIA y, con su engañoso nombre, la Albert Einstein Institution de Gene Sharp, para liderar una ola de cambios de régimen que se hicieron conocidos como “revoluciones de colores.”
En cada caso, el nuevo régimen era favorable a Washington y contrario a Moscú, como en el caso de Saakashvili en Georgia y de Viktor Yushchenko en Ucrania. Ambos países comenzaron a buscar el ingreso a la OTAN después del éxito de las revoluciones de colores financiadas por EE.UU.
En todo esto, Washington está, sin duda alguna, jugando con un potencial fuego nuclear al escalar la presión para integrar a Georgia y a Ucrania en la OTAN. El ministro de exteriores checo, Karl Schwarzenberg, firmó el 8 de julio un acuerdo que permite el despliegue de instalaciones especiales de radar de EE.UU. en suelo checo, como parte de la “defensa de misiles,” altamente secreta, de EE.UU., que según este último apunta contra amenazas ilegales con misiles desde Irán.
Como ha señalado hasta el ex secretario de estado de EE.UU., Henry Kissinger, la negativa categórica del gobierno de Bush de aprovechar la contra-oferta hecha en 2007 por el entonces presidente Vladimir Putin de estacionar, en su lugar, radar estadounidense en la instalación de reconocimiento alquilada por Rusia en Azerbaiján, fue un error provocador.
Este hecho deja abundantemente en claro que Washington apunta su estrategia militar al desmantelamiento de Rusia como adversario potencial. Es una receta para una posible guerra nuclear por error de cálculo. La última visita de Rice al Cáucaso y a la República Checa sólo aumentó ese creciente peligro.
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F William Engdahl es autor de: “A Century of War: Anglo-American Oil Politics and the New World Order” y está terminando un libro, con el título provisional: “The New Cold War: Behind the US Drive for Full Spectrum Dominance.” Para contactos: www.engdahl.oilgeopolitics.net
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