William R. Polk | Miembro del Cjo. de Planificación Política del Dep. de Estado con John F.
En mi primer artículo sobre este tema abordé los peldaños en dirección a una posible guerra contra Irán para referirme, en el segundo, a sus probables consecuencias. En este tercer artículo me centraré en quienes promueven la operación bélica.
Cuando el presidente Bush accedió al cargo, poseía escasos conocimientos de las cuestiones internacionales, si bien se rodeó de un grupo de asesores en posesión de una visión -sus críticos la calificaban de fantasía- sobre el papel mundial de Estados Unidos y la naturaleza del mundo, asesores que se autodenominaban neoconservadores. Fueron los que planificaron y llevaron a cabo la invasión de Iraq.
Sucede, sin embargo, que hace veinte años ya planeaban un ataque contra Irán al que nunca han renunciado. Uno de los principales ideólogos neoconservadores, Norman Podhoretz, publicó un artículo en la revista Commentary (febrero del 2008) titulado "Parar a Irán: por qué sigue habiendo motivo para un ataque militar".
La postura neoconservadora, adoptada tanto por el presidente Bush como por el candidato presidencial y senador John McCain, ha contado con el aliento y el eco del actual Gobierno conservador israelí con el que la postura neoconservadora mantiene estrechos vínculos.
Como ciertos fundamentalistas religiosos -tanto cristianos como judíos y musulmanes-, los neoconservadores tienen una perspectiva escatológica. Consideran que las guerras contra Iraq e Irán son fases en el curso de la "guerra larga", en cuya cúspide el mundo habrá de enfrentarse a su destrucción para, a continuación, ser refundado. Uno de ellos, el ex director de la CIA James Woolsey, trató de mostrarse optimista, afirmando que confiaba en que este conflicto planetario y similar a un cataclismo no duraría más de 40 años.
Para los "verdaderos creyentes", apresurarse hacia el final del mundo como lo conocemos constituye una carrera no hacia el horror sino hacia el cumplimiento de una experiencia espiritual plena y satisfactoria en la que sólo sus enemigos serán presa del sufrimiento. Los neoconservadores creen que pueden rehacer el mundo según su imagen de Estados Unidos, y los fundamentalistas cristianos creen que los judíos habrán de convertirse al cristianismo o serán destruidos cuando el mesías regrese a la Tierra. Lo que no se sabe tan bien es que, de acuerdo con su versión del mesianismo, los fundamentalistas chiíes iraníes -incluidos sus guías espirituales- creen que la guerra consiguiente aceleraría el avance hacia el último día, cuando el duodécimo imán o Mahdi reaparezca para librar al mundo del mal y de la tiranía de la corrupción.
En una y otra perspectiva, comprobamos la existencia de una actitud que no solamente no teme a la guerra sino que, de hecho, cree que, pese o incluso merced a sus terribles consecuencias, la guerra tendría la virtud de acelerar el último día.
Resulta especialmente llamativo, en relación con esta actitud, el hecho de que se suelte el freno que detuvo a Estados Unidos y la Unión Soviética cuando llegaron al borde del conflicto nuclear. En aquel momento, los líderes estadounidenses compartieron con los rusos una provechosa visión de lo que implicaría una guerra: millones, tal vez cientos de millones de personas convertidas en refugiados, heridas o reducidas a ceniza. Pero, si se cree realmente en el último día o se desea pagar el precio en términos de destrucción - como los neoconservadores- en su intento de rehacer el mundo, entonces efectivamente se suelta el freno en cuestión.
Muchos iraníes, incluso laicos, y otros musulmanes creen que aunque Estados Unidos ganara batallas, perdería la guerra. Consideran que la sociedad occidental -que juzgan corrupta, materialista y egoísta- cedería, consumida en su ser o batida en retirada de camino a casa en tanto ellos, sin lugar adonde retirarse, pueden permanecer "puros" merced a su propia indigencia.
Inspirados por su fe o su nacionalismo, no pueden rendirse ni entregarse; en definitiva, se encaminan a la victoria. Entre tanto, harán cuanto esté en su mano para debilitar a Occidente, en especial a Estados Unidos, y adoptarán cuantas medidas sea menester, incluida el arma nuclear, para defenderse.
http://www.lavanguardia.es/lv24h/20080504/53496233613.html
viernes, 11 de julio de 2008
Neocons, fundamentalistas e Irán
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