Por Meryt Montiel Lugo, editora Equipo de Domingo
En el Ciat se conservan las colecciones de yuca, fríjol y pasto más grandes y variadas del planeta.
En 1848 una tercera parte de la población de Irlanda murió de hambre. Otra, debió emigrar de su país en busca de alimentos. ¿La razón? Habían sembrado un gran segmento de su territorio con una misma especie de papa, que se convirtió en parte vital de su dieta alimentaria. Pero un hongo llamado Tizón Tardío, que se conoce mucho en los países andinos, afectó las cosechas de este tubérculo y en menos de tres años arrasó miles de hectáreas de estos cultivos.
Esta situación vivida en Irlanda no tiene necesariamente por qué repetirse en la actualidad, pues ya se sabe -cosa que ignoraban los irlandeses en esa época que males como el que afectó a este país se combaten sembrando diferentes variedades de papa en un mismo lote.
De ahí la importancia de estudiar las variedades de las especies vegetales, ya que como dicen los especialistas, con la seguridad alimentaria no se juega.
Es así como para luchar contra la hambruna y cumplir otros objetivos, existen en diferentes países organizaciones que velan por el estudio, mejoramiento y conservación de las especies vegetales y las buenas prácticas agrícolas.
Una de éstas es el Centro Internacional de Agricultura Tropical, Ciat, ubicado en Palmira, que cuenta desde hace 30 años con el Banco de Germoplasma, en el que se conservan las colecciones de fríjol, yuca y forrajes (pastos) tropicales más grandes y diversas del mundo.
Esto, en sintonía con el compromiso que tiene el Ciat: reducir el hambre y la pobreza en los trópicos mediante una investigación colaborativa que mejore la producción agrícola y el manejo de los recursos naturales.
En el banco se conservan 35.682 especies de fríjol, 6.499 de yuca y 23.140 de pastos tropicales, provenientes de alrededor de 110 países del hemisferio Occidental.
De acuerdo con el doctor Daniel G. Debouck, líder del Programa de Recursos Genéticos del Ciat, desde los años 80 y gracias a la tecnología, se conserva la yuca en cultivos in vitro (en tubos de vidrio). “Dentro de estos tubos hay un tipo de gelatina con un polvito negro (carbono activado) que tiene todos los alimentos que necesita este tubérculo para su crecimiento”.
Por cada variedad de yuca se tienen actualmente cinco tubos con dos o tres especie de yuca en promedio dentro de cada tubo.
Hoy son 26 los países que tienen depositadas sus colecciones en este banco, entre ellos, Estados Unidos, China, Indonesia, Filipinas, Nigeria, Puerto Rico y Cuba.
Un equipo interdisciplinario del banco debe verificar periódicamente que las colecciones estén libres de plaga, insectos, virus, enfermedades. “Esto es muy importante porque nosotros cuando estamos distribuyendo material a las diferentes instituciones o a los campesinos de los países que nos lo solicitan no podemos entregarlo con ninguna clase de enfermedad”, anota el doctor Debouck.
Un ejemplo palpable de la gran importancia de guardar pensando en el mañana se dio aquí en Colombia.
En los 90, cultivos de yuca en el valle del Magdalena y la Costa Norte se vieron amenazados por una plaga: la mosca blanca. Entomólogos, patólogos y fitomejoradores del Ciat, en asocio con profesionales de Corpoica, estudiaron el problema y concluyeron que de las más de 6.000 variedades conservadas, sólo dos, provenientes desde los años 80 de las costas de Perú y Ecuador eran resistentes a esa plaga.
Así, que a partir de estas dos variedades, trabajaron los expertos para llegar a una nueva variedad que fue sembrada con éxito en el departamento de Tolima y varias zonas de la Costa Caribe.
Fríjoles y pastos
Da gusto ver la gran variedad de semillas de fríjol y de pasto del Banco de Germoplasma del Ciat.
Semillas de forma cilíndrica, redonda, achatada; grandes, diminutas; blancas, rojas, rosadas, doradas, verdes, café, con vetas de otros colores o sin ellas, en fin...
Entre los fríjoles, por ejemplo, hay muchas variedades que se han extinguido en varios países o están a punto de desaparecer y en esta colección del Banco de Germoplasma se pueden hallar. Incluso, hay unas variedades que fueron usadas hace miles de años por los antiguos mayas, y que en un futuro no lejano, por consecuencias del cambio climático, podrían ser empleadas en zonas de mucho calor.
“Son variedades de fríjoles que aparecen pintadas en las antiquísimas vasijas de los indígenas. Son materiales de unos 1200 o más años que todavía guardan sus características genéticas”, dice Debouck.
Se han recuperado también en este laboratorio los fríjoles reventones, un fríjol que se puede comer tostado (como un maíz pira). Años atrás ya no era de gran interés cultivarlo en las zonas altas de Perú y Bolivia. Pero hoy, gracias a la colección conservada en Palmira, en Cuzco o Machupichu, se pueden comprar, como pasabocas, bolsitas de estos fríjoles a pequeños vendedores.
Lo más importante es que si una entidad o agricultor está interesado en conseguir una de estas miles de variedades del banco, ya libres de plagas y enfermedades, y además, mejoradas con niveles de rendimientos más altos y valores nutricionales incrementados, debe solicitarla a www.ciat.cgiar.org/urg, cumplir algunos requisitos y las semillas o la plantita le llegarán a su sede o domicilio, gratis.
# El Banco de Germoplasma ha luchado contra la biopiratería. Gracias a su intervención se logró que se revocara la patente de un fríjol amarillo que se había otorgado a un ciudadano de EE.UU.
http://www.elpais.com.co/paisonline/notas/Mayo312009/reg1.html
domingo, 31 de mayo de 2009
Un banco de recursos genéticos para el mundo
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